Aprendí a amarte en horas, para permitirme llorarte entre prosa.

"Este es mi diente de león.
Mi soplido
va en tu dirección
y
mi deseo
es que os guste."

Amalia Buitrago.

Sobre penas y tristezas, ante el amor imposible de un poeta bajo el dintel.

Calíope, reina de las musas. Imagino el trayecto de mis líneas apuntando a un amor inalcanzable, que se enmarca sobre el dintel de mis puertas, y reposa cual ave que hace nido sobre mis sueños y planes, susurrando cuestiones inentendibles en un idioma que solo ustedes, las musas, comprenden. Al saberte amada por poetas y trovadores, que se ensañan entre ellos y su arte... Entre ellos y su pobre arte, que no miran lo relevante de tus ojos, que no escuchan la risa ahogada, ni la tristeza que se oculta tras los versos que tu alma entona cuando laceras mis sueños con tu tierna voz... Tu tierna y dulce voz, que me habla más de la niña que se encuentra deseosa de vivir, que de aquel rostro que siempre sonríe ante el mic.

Y yo callo. Sentado sobre el mismo sofá cada mañana, observandote enarbolada en lo alto, posada al dintel de mis sueños, entonando cánticos a la vida. Cánticos al amor, y a esas cosas que creías cuando eras niña. Y me exalto al recordar aquel baúl donde guardé aquella corona con tu pelo enamarañado... Y me permito volar para volver aquella joya a su lugar indicado. Recordándote libre, recordándote prosa. Monarca de tus propios deseos, coronandote así como la reina Roja.

Roja de pena, roja de euforia. Hiperemia que invade mofletes al saberte libre, al saberte viaje. Ora las almas que tristes envejecen; ora tú, cuyo espíritu reina sobre lo tenue que nunca perece. Pues vences lo banal de los artistas. No eres un nombre ni una voz. Eres libertad, que fluye en la autopista de tus propias rimas. Y al verte de frente, te recuerdo inalcanzable, aunque cerca. Realmente cerca.

Mis manos se mueven hacia aquellas mejillas de diosa, y recuerdo al (poe)ta discutir con aquella epifanía en forma de cuervo, y yo también me pregunto: Profeta, dime, ¿hay bálsamo en Galaad? ¿Hay ungüentos suficientes para un alma que añora lo imposible, al llorarte entre líneas por verte volar así? Aida, Aidalí. Seríamos la envidia de arcangeles y serafines, seríamos colisiones estelares entre universos celestiales. Pero tus alas, esas eternas alas, reclaman libertad y recaigo sobre el sofá al verte volar así.

Y extiendo mis manos, para posarlas en mi pecho. Mientras el recuerdo de tu voz, insaciable hace eterna mi esperanza. Y las líneas del cuaderno me demandan solo una cosa:

Entrelinear tus vuelos en forma de prosa.

Y así, mientras enarbolas majestuoso tu despliegue de musa, sobre cielos destellantes, a miles de pies de estas calles, yo te admiro, preciosa ave. Y comprendo eso de almas viejas y almas viaje, comprendiendo que no hay letras que te aten, sino que eres parte de esa flora que siempre es una con el paisaje.

Y supe que si tú serías mi Calíope, yo por siempre te sería Dandelión.

Aquel diente de león,
cuyo soplo
siempre volará
en tú
dirección.

Para Calíope, de su Dandelión.

Debo reconocer que no ha sido fácil, en especial porque ayer @johannfrare me hizo tener que restructurar todo el texto con su participación jaja. Felicitaciones a ti, Calíope. Por servir de inspiración para tantos artistas que han participado en este reto ^^ me obligué a conocerte, artista. Y hoy más que nunca quiero nuestra colaboración recitando en aquella ciudad crepuscular @aidarojaswriter.

Aquí para que la conozcan un poco mejor:

PD: Te escuché mil veces al escribir

Seamos prosa, seamos sueños