No podemos dejar de respirar, de lo contrario sin duda, moriríamos. Más de 10.000 litros de aire pasan cada día por nuestros pulmones. La contaminación atmosférica en las ciudades y zonas rurales de todo el mundo provoca cada año siete millones de defunciones prematuras.
Esta mortalidad se debe a la exposición de unas partículas minúsculas que causan enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Se trata de una compleja mezcla de partículas sólidas, gotas líquidas y gases químicos que se forman de las emisiones industriales, quema de combustibles sólidos, tráfico automotor y muchas otras fuentes.
La mala calidad del aire que respiramos nos está enfermando y matando. Respirar aire contaminado tiene impactos negativos en casi todos los órganos de nuestro cuerpo, incluido nuestro cerebro, incluso pueden atravesar la barrera de la placenta materna durante el embarazo.
El 90% de la población mundial vive en lugares donde no se respetan las directrices internacionales sobre la calidad del aire. Cuanto más tiempo estemos expuestos y más altos sean los niveles de contaminación, más riesgo para nuestra salud.