Camina deprisa, muy deprisa en las estrechas calles que conducen hacia el aeropuerto.
Lleva las manos escondidas en los bolsillos de su abrigo color lila. El cielo empieza a oscurecerse y debe darse prisa.
Amenaza con llover en aquella estrecha calle donde noviembre da inicios; pero no le importa una llovizna. Ni estar en un desierto ni estar en medio del mar. Si es con él sería capaz de soportarlo todo.
A pesar de que el frío aumenta haciendo enrojecer sus pómulos eso no impide que continúe su camino. Está nerviosa. Muy nerviosa. Su corazón tiende a acelerarse con cada paso que da. Casi oye desde allí sus latidos. Un paso… Otro… Cada paso aumenta su cercanía. Un raro escalofrío le hace estremecerse. Otros tres pasos y por fin ha llegado. Observa su reloj. Seis de la tarde. Mira a su alrededor buscándolo con la mirada, pero no hay señales de él. Se dirige a sentarse en uno de los banquillos. El cielo cada vez se torna más oscuro y las nubes cargadas de lluvia se hacen protagonista de aquella escena.
Sigue nerviosa, y con muchísimo frío. Pero no va a moverse de allí. Sabe que él estará allí en menos de lo que piensa. Talvez muchísimo menos, porque al volverse observa a lo lejos a un chico que camina apresuradamente hacia ella. Lleva un abrigo negro y es sumamente alto. Su piel blanca se alcanza a ver algo enrojecida por el mismísimo frío que invade el entorno. Está sonriendo y cada paso más cerca de ella. No hay dudas; es él.
Ella al verlo llegar se coloca de pie. La diferencia de altura entre ambos es extraordinaria. De unos treinta y ocho centímetros aproximadamente. Pero eso no importa. No es impedimento para su encuentro de desbordantes sentimientos. Ella le mira y sonríe. Desde lo más profundo de su alma. Una sonrisa sincera; significativa. Sonrisa que expresa la inexplicable felicidad que empieza a apoderarse de cada centímetro de ella. Él se agacha un poco para conseguir abrazarla. Ésta se une a él, que la carga mientras se pueden apreciar lágrimas derramándose del rostro de ambos. Es increíble el sentimiento que ambos comparten. Felicidad, nostalgia, amor, pasión… Cada sensación intensa y profunda que se desborda en cada uno haciéndolos unirse en un gran beso. Sus manos sostienen la nuca de él. Terminan de besarse y ambos miran sus lágrimas. Lágrimas que besan. Lágrimas causa del amor que ha crecido en ellos durante los últimos meses. Sin verse, sin tocarse, sin mirarse… Pero ahora nada importa. Están allí. Mirada frente a mirada. Sonrisa frente a sonrisa. Lágrimas frente a lágrimas. De nuevo se besan. Ternura… Pasión… Amor… Toda una mezcla de sensaciones despampanantes ha acelerado su corazón. Tienen frío, pero ambos sienten el calor de un sentimiento que se hace presente. Se oyen truenos. Comienza a llover. Sus cabellos se mojan, pero ellos continúan aquel largo y maravilloso beso. No les importa lluvia, ni sol, ni mar. Ni siquiera que llegara enero y ellos aún permanecieran allí. Dos en uno. Un momento realmente mágico para ambos. Es como si las agujas del reloj se detuvieran justo en ese instante, permitiendo que el momento quedara plasmado en el recuerdo de sus mentes y corazones; dos corazones que laten muy deprisa en ese momento increíble. Se separan.
–Te amo. –Dicen al unísono, tras desbordar nuevas lágrimas que se camuflasen con la lluvia. Luego muestran una sonrisa. Es un momento que será imposible de olvidar, y es que desde hace diez meses han hablado a través de las redes sociales. Sin verse… sin tocarse… sin sentirse. Pero ambos a cada lado de la pantalla, sabía que a lo largo del tiempo crecería un sentimiento sincero e intenso que terminaría uniéndolos en un gran beso que quedaría plasmado en el tiempo para siempre…