Filosofía y política
En primera instancia sigo el anarquismo tanto filosófico como político, con relevancia en su variante anarcocapitalista también denominado anarquía de libre mercado, voluntarismo o anarquismo liberal, es decir, el planteamiento en el cual la sociedad debería tener plena libertad para asociarse y formar la comunidad política de su preferencia, entendiendo esta libertad como libertad de coacción, en teoría, este planteamiento debería dar la posibilidad de fundar comunidades con modelos de vida tanto conservadores, como liberales y hasta progresistas y comunitaristas en tanto en cuanto nadie se le amenace o se haga uso de la violencia para imponer o impedir disentir del modelo social propuesto, en la actualidad, los sistemas de valores tanto sociales como políticos son impuestos mediante la violencia en última instancia usando el Estado como monopolio de la misma lo cual no permite el disenso de la comunidad por lo que es natural asumir que como anarcocapitalista vea deseable la abolición de tal institución.
El anarquismo filosófico lo abordo primero adoptando una posición ética que balancea el principio de no agresión (NAP) o la idea de que no es permisible iniciar agresión, robar, matar, hacer fraude a un individuo en condiciones normales (planteo desarrollar más este punto en otro artículo porque si concibo deficiencias en el NAP de estilo deontológico), un reconocimiento de la naturaleza coercitiva del Estado y un escepticismo en la autoridad política de este (es posible que en algunos casos sea necesaria una coacción pero ¿por qué debería venir solo del Estado? ¿qué pasa si hay un agente no estatal capaz de resolver la situación con coacción?) y segundo cuestionando los típicos argumentos que intentan sustentar legitimidad al Estado, siendo los principales:
El contrato social tradicional, el cual bajo los mismos principios contractualistas no justificaría la existencia del mismo y por lo tanto cualquier legitimidad de autoridad política hacia el Estado, es decir, nadie dio su consentimiento contractual para que lo gobierne el Estado y si se ha dado no es válido por la razón en la cual el mismo Estado ha roto sus propios términos contractuales (probablemente los establecidos en la constitución)
El contrato social hipotético, basado en la teoría de la justicia de Rawls, no es posible que a nivel macro la gente aceptara un contrato por más que hipotéticamente fuese muy deseable, su mera propuesta no nos vincula a la autoridad política del Estado, el valor es muy subjetivo para que se de este caso.
La autoridad de la democracia, esta, aunque probablemente obvia muchos la desestiman por el endiosamiento que existe hacia la democracia pero básicamente que las mayorías prefieran un sistema no genera obligaciones individuales al mismo, ni aunque estas hayan sido propuestas deliberadamente y aunque en la teoría tengan igualdad política la mera existencia del Estado crea desigualdad y arbitrariedad en el sistema.
El consecuencialismo y la justicia, no se justifica que el Estado mantenga el monopolio de violencia aunque algunas políticas nos acerquen al bien común, pueden existir agentes no estatales que con los mismos medios puedan acercarnos de manera más eficiente hacia el bien común por lo que bajo la misma premisa debería ser permisible pero arbitrariamente el Estado sigue manteniendo su posición monopolista, esto no lo explica esta posición.
Básicamente el Estado no tiene un sustento que le otorgue una moralidad especial para hacer cosas distintas a las de cualquier agente por lo que el Estado no tendría motivo de justificación.
Esta defensa filosófica del anarquismo es desarrollada con más detalle en la primera parte de El problema de la autoridad política de Michael Huemer, siendo esta la mayor influencia que tengo para criticar el Estado y adoptar el anarquismo filosófico, también cabe notar que es perfectamente compatible adoptar el anarquismo filosófico y el estatismo político, muchos libertarios de orden minarquista adoptan esta posición a manera utilitarista, entienden que el Estado no tiene justificación filosófica pero políticamente la ven deseable para proteger los derechos del individuo, tampoco concibo tal idea ya que soy escéptico de la acción política como mencionaré más adelante.
Desde la perspectiva política se suele asumir que con proponer la abolición del Estado existiría una sociedad en donde cada quien actúa como desea y habrá caos y desorden y que no habría una adecuada provisión de bienes públicos llevando a la imposición de la ley del más fuerte probablemente retornando al mismo Estado o a una sociedad estilo Mad-Max, es decir, la típica observación Hobbesiana sobre el estado de naturaleza pero esto es una mala caracterización de la propuesta anarcocapitalista y se debe a que se suelen confundir los términos Estado y gobierno, que como señala Albert Jay Nock,
Estas dos clases de organización política [gobierno y Estado] son tan distintas en la teoría que trazar una drástica
distinción entre ambas diría que probablemente es la tarea más importante que la civilización puede emprender en aras de su propia seguridad. No es en absoluto arbitrario o academicista dar a un tipo de organización política el nombre de gobierno y a la otra el nombre de Estado.3
La organización y el conjunto de normas que voluntariamente aceptan dentro de una comunidad política es lo que se consideraría como gobierno y esto es totalmente factible dentro de una sociedad anarcocapitalista, tal gobierno podría encargarse de la gestión de los bienes que se podrían considerar comunes dentro de la sociedad llegando a un nivel tal que múltiples gobiernos en competencia pudiesen administrar los bienes comunes de un solo territorio, lo que se conoce como orden policéntrico de leyes, leyes que serían administradas por agencias de arbitraje privados, que como en cualquier mercado de bienes y servicios, la competencia y la demanda por cierto estilo de comunidad daría como posibilidad la existencia de diversos gobiernos y agencias. Tal sistema decentralizado de gobernanza tendría los suficientes incentivos como para mantener tales agencias siempre neutrales en las disputas además de ofrecer una calidad de servicio que permita mantener clientes satisfechos, todo esto siempre y cuando permita la adscripción voluntaria de la misma y el abandono en tanto no haya un acuerdo en los términos de convivencia permitiéndole a tal individuo o grupo buscar asociarse en otra de su preferencia, es decir, como funciona el libre mercado.
La descripción de tal propuesta podría sonar a utópica pero la mayoría de mi posición y defensa a este conjunto de ideas la tomo de los análisis realizados por Elinor Ostrom en su libro El gobierno de los bienes comunes: la evolución de las instituciones de acción colectiva que, aunque no siendo una economista de filosofía anarcocapitalista demuestra muchos ejemplos de cómo las comunidades han sido capaces de proveer bienes comunes sin necesidad de la coacción, así como desde una perspectiva netamente anarcocapitalista Poder y Mercado de Murray Rothbard y la segunda parte de El problema de la autoridad política de Michael Huemer también tratan sobre estos asuntos así como el paper realizado por el economista Bruno Frey, A Utopia? Government without Territorial Monopoly4 donde hace su propuesta de jurisdicciones competitivas superpuestas funcionales.
Acción Política
Una crítica bastante profundizada incluso dentro de los círculos liberales y libertarios es que el anarcocapitalista no suele tener una estrategia que nos libere del yugo estatista sino que prefiere sentarse a discutir cuestiones que no están al alcance en la actualidad, las típicas discusiones bizantinas, y aunque no considero que aunque una persona se dedique a eso sea una pérdida de tiempo la crítica viene dada simplemente por querer mostrar un virtue signaling o sentirse moralmente superior por emitir sus supuestas virtudes en acción, esto es bastante visible por ejemplo a la hora de votar o tomar el activismo político pero como señalé en una publicación anterior5 es esta estrategia la que no suele tener mucho alcance ya que los intereses políticos no suelen estar en concordancia con lo que un agregado de diversas ideas (muchas de ellas llenas de sesgos y prejuicios) pueda ofrecer, además de lo costoso (y en muchas ocasiones, imprevistos) que puede ser para estos agentes tratar de resolver problemas sociales (incluso limitar el Estado), existe un juego político de ceder y tomar que hace un esfuerzo inútil por lo que me he visto en la necesidad de desechar la acción política del voto (por su muy poca efectividad en el proceso, la última vez que voté fue en las elecciones presidenciales de Venezuela del 2013, antes de concebir alguna idea liberal o libertaria), la suscripción a partidos políticos (por el costo inmenso en alcanzar consensos y mi repudio general a los políticos) y otros tipos de acción política que no haya evaluado (por mi escepticismo a los políticos en general) al menos que las probabilidades de que con mi acción se ejecute un cambio factible (por ej, que mi solo voto realmente afecte el comportamiento político y garantice más libertades individuales y disminución de la coerción en general de manera comprobada).
Pero si existen diversas estrategias de acción para crear un cambio social y crear una masa crítica que vaya haciendo irrelevante la necesidad de tener Estado o de iniciar agresión contra otros para alcanzar el bienestar social, entre ellos está el Agorismo y su propuesta de usar la contraeconomía para alcanzar mayores libertades, esto es, dedicarse a la actividad empresarial de bienes prohibidos desde el Estado (el mercado negro) pero manteniendo los principios éticos libertarios, es decir, la libertad de coacción, la asociación voluntaria (evidentemente la trata de blancas, la esclavitud, la piratería y el narcotráfico no entran en esta categoría), otra estrategia es la difusión de ideas gracias a los Think tanks en el aspecto académico, transformar y persuadir a los académicos es una importante labor, también los movimientos civiles que abordan esta misma función pero hacia un ámbito más social (de calle como se conoce frecuentemente) como en el Movimiento Libertario de Venezuela el cual soy miembro y trato de cumplir esa función, el criptoanarquismo podría incluso tener un solapamiento con el agorismo y sirve como herramienta de difusión de información para la desobediencia civil, así como la difusión de memes que hacen el mensaje más digerible a cierta audiencia (debo decir que disfruto mucho esta práctica).
Lecturas Recomendadas
- El Problema de la Autoridad Política - Huemer (por excelencia, mi favorito)
- La Ética de la Libertad - Rothbard
- Por una nueva libertad - Rothbard
- La Maquinaria de la Libertad - Friedman
- El Estado - Anthony de Jasay
- A Spontaneous Order - Chase Rachels (creo que este está difícil de conseguir por la red debido a una disputa y el cambio radical ideológico que sufrió el autor, cualquier cosa me pueden contactar para obtenerlo digitalmente)
Notas
- Aaron Ross Powell y Grant Babcock, Arguments for Liberty (2017)
- Michael Huemer, Ethical Intuitionism (2005)
- Albert Jay Nock, Nuestro Enemigo, El Estado (1935)
- Sobre la estrategia del voto en el libertarismo y el agorismo
- A Utopia? Government without Territorial Monopoly
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