La discusión sobre el respeto a guardar el día de descanso es bastante larga, ya que muchas religiones tienen diferentes punto de vista en cuanto al tema.
El mandamiento del sábado es uno de los diez mandamientos que Dios escribió en tablas de piedra y que hoy escribe el Señor en el corazón de cada creyente y que tiene connotación de perpetuidad ( Sal 111, Mat 5). El sábado nos recuerda a nuestro creador y guardarlo significa reconocer su señorío. El sábado es parte de la adoración que los creyentes le tributamos a Dios.
Cada vez que leo Colosenses 2:8-23 me siento más dichoso de conocer la salvación que es Jesús, del poder inmenso que tiene la sangre de Cristo, y de la seguridad que tengo en El y en ninguna cosa más, sea esta puesta por Dios o por los hombres. Eso es lo que les dice Pablo a los hermanos de Colosas, que nada está por sobre Dios y su Cristo, y que ninguna fiesta, ni un rito, tradición, y ni la ley ni el sábado mismo tiene el poder para salvarnos o, y más aún, que si Cristo no está por centro de alguna observancia sea cual fuera esta es vacía, sin sentido ni eficacia.
El antiguo testamento no se refiere a la observancia del día de reposo como parte de fiestas y sus ritos respectivos; y cuando se refiere a la observancia del día de reposo se refiere a el de manera individual, o relacionado con la fidelidad al pacto sinaitico( Ezequiel 20:10-12)
Lo cierto es que en la discusión “día de reposo” o “sábado Vs. domingo” se refieren a ese punto como un pacto en el que no estamos llamados a guardar ningún séptimo día como reposo, ya que ese pacto no nos atañe de ningún modo a nosotros.