Nadie puede imponernos lo que a su juicio merecemos, lo que merezco es la percepción de mi valor ante la vida y ese juicio me da un valor elevado y me importa mucho, no puedo NI QUIERO aceptar la siembra de desconsuelo y derrota, porque su cosecha es el conformismo y la entrega, y eso está muy lejos de mi horizonte.
Merezco el derecho de vivir, pero con calidad, de dormir en paz de transitar segura, de ser feliz, de amar y ser amada, de sentirme ciudadana de un gran país y estar orgullosa de ello. Voy a seguir luchando por lo que merezco, porque no ser feliz no está en mis planes.
Dios nos da nuestro justo valor; la santa palabra nos dice en ISAIAS 60:1-2 “¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria!".
Esa es la promesa que tiene Dios para su pueblo y Dios siempre cumple su promesa.