MI HERMANA

Un día como hoy vino al mundo a cumplir una misión, un propósito de Jehová de los Ejércitos, Dios Padre Todopoderoso, mi hermana Menor , quien nació en un pueblo bañado por las aguas del gran río Orinoco, y ha dedicado su vida a llenar de amor a sus prójimos como a ella misma, en servicio permanente de amor y entrega a hacer el bien, a predicar la palabra contenida en las Sagradas Escrituras, y a cultivar la fe y la esperanza en quienes no tienen la certeza de cuál será su futuro, puesto que se han dedicado a desperdiciar los mejores momentos de sus vidas en enaltecer la vanidad, esa que tal como dijo El Predicador:
La vanidad es aflicción para el espíritu.

Yara, desde muy niña me ha amado con la ternura que sólo puede dar un ser de corazón muy noble, de ella he recibido muchas lecciones de vida y de bienestar para mi espíritu, para mi corazón y mi conciencia. De sus enseñanzas he aprendido que todo tiene su tiempo y todo tiene su hora, tal y como nos lo dice El Predicador, el hijo de David en el Eclesiastés.
También he aprendido con ella que los tiempos de Dios son perfectos, y que no importa la hora en que estoy escribiendo estas palabras, no para agradarla, sino para tributarle el amor y el respeto que ella ha sabido darme, sin estar esperando que yo deba darle algo a cambio, que si lo hiciera no podría ser otra cosa que amor de hermana, amor inspirado en el respeto mutuo que cada uno de nosotros expresa por el otro, porque así ha sido “nuestro hallarnos”, “nuestro encontrarnos”, un expresarnos los sentimientos más sentidos como buscando la unicidad de nuestros sentimientos, sin retrocesos, sin la lentitud de las pausas, pero tampoco sin la velocidad de los que se arrojan o se lanzan con la impetuosidad del vértigo o el instante que separa al relámpago del trueno.

Yo amo a mi hermana, como ella ama su respiración, como ella ama a mi madre, como ella ama a toda la familia. La amo porque también aprendí de ella que el amar a los padres, el amar a los hijos, el amor a la familia, es una necesidad que tenemos de no rebelarnos contra nosotros mismos, porque en ello se nos va la brevedad que somos en la tierra, en el espacio y en el universo. Así es de estrecha y pasajera es la vida, así es de volátil, de efímera, como para ponernos a perderla sin enseñarles a los nuestros, que somos como el silencio, un eco que nadie escucha y un punto casi invisible en la distancia.

Te amo Yara, te amo hermana, porque tu masa corpórea, tu vitalidad y tu inteligencia tienen un porcentaje de mis leucocitos, y de las pulsaciones que se acompasan, para que marches por los caminos que conducen a Dios. Ya lo dijo David:
"Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen, porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo" (SALMO 103:13-14).
¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS HERMANA!!!