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Soy una persona sincera y, siempre me he visto así. Algunas veces esa sinceridad me ha perjudicado en relaciones personales, quizás no he aprendido aún a tener un filtro para cierto tipo de situaciones. Sin embargo ésta transparencia es la que me ha permitido drenar y entender muchas partes de mis emociones, conocerme y mejorar partes de mí, que en su momento, no funcionaban de la mejor manera.
No quiero que pienses que mi vida es un desastre. Para nada, me siento bien y las cosas a mi alrededor siguen funcionando de la mejor manera. Sin embargo, si que reconozco que hay pensamientos y sentimientos que aún generan desorden en mi crecimiento y, que debo mejorar.
Así que luego de que me sinceré y, comprendí que una de mis más grandes luchas sigue presente, que es el amor propio. Me propuse de forma sincera a ponerle un orden a mi vida y, también a ponerle orden a esos pensamientos. Porque al final, nuestra cabeza nos atormenta a un punto, que creemos que todo lo que sale de ella es verdad y, observándome hace unos días en el espejo y, silenciando a mis propios pensamientos, comprendí que si había amor y admiración para darme.
Poner orden en mi vida significa que es momento de abrazar todas las partes de mí, todas las partes que contienen luz y contienen sombra. Y, a través de ellas, trabajar y mejorar.
No les voy a mentir, en muchas situaciones difíciles, siempre he querido que la solución venga de afuera, que sea alguien más quién me rescate de todo aquello que en algún punto pueda atormentarme. Sin embargo tengo a plena conciencia de que la única persona que puede lograr hacerlo, soy yo, simplemente algunas veces decido ignorarlo. Es como si no quisiera hacerme cargo o responsable de lo que estoy sintiendo en ese momento, pretendo dejarle ese trabajo a los demás.
Pero hoy quise ver mi vida con otro término, como si yo fuese una gran empresa y, el único gerente soy yo misma. Entonces, para que pueda marchar todo bien, para que pueda ver frutos de mi propia empresa, debo aprender a gerenciarla y hacerlo verdaderamente bien. Y supongo que verlo desde ese punto de vista, me ha ayudado a responsabilizarme quizás a un 100% de mi, porque no te digo que jamás quise responsabilizarme, pero sé que no estaba de lleno en esa tarea, algunas veces la abandonaba, algunas veces decidía ignorarlo.
Y es normal, somos humanos, tenemos miedo a enfrentarnos a situaciones que pongan en juego nuestra estabilidad. Pero debemos actuar con responsabilidad, no sólo esperar