Esta es la batata amarilla, tiene un sabor aún más dulce y sabroso que la batata blanca; quizás porque su textura, una vez cocinada, es más suave y cremosa. A diferencia de la batata blanca, que suelo ponerla en la sopa o hacer una masa, esta especie la prefiero al vapor o al horno y es perfecta. Se puede ofrecer desde los 6 meses y para los bebés que están aprendiendo a comer, es importante cocinarla hasta que esté blanda y hacerle unos bastones como los de la foto porque así pueden sostener mejor la pieza para llevársela a la boca. A medida que el niño crece, puede presentarse en rodajas o inclusive, rellena con carne y vegetales cocidos.
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