—No tienes nada que temer —dijo el rey—. Dime lo que has visto. —Veo un espíritu que sube de la tierra —respondió ella. —¿Y qué aspecto tiene? —El de un anciano, que sube envuelto en un manto. Al darse cuenta Saúl de que era Samuel, se postró rostro en tierra. Samuel le dijo a Saúl: —¿Por qué me molestas, haciéndome subir? —Estoy muy angustiado —respondió Saúl—. Los filisteos me están atacando, y Dios me ha abandonado. Ya no me responde, ni en sueños ni por medio de profetas. Por eso decidí llamarte, para que me digas lo que debo hacer.
1 Samuel 28:13‭-‬15 NVI

Otra de las claras evidencias de que no era el espíritu de Samuel el que apareció, es que saul se postró en tierra, y el Espíritu no dijo nada sobre ese acto.
Un hombre o ángel de Dios le hubiese dicho, levántate, no soy Dios para que te postres ante mi. Pero no, a los espíritus que no son de Dios les encanta que los adoren.
Algo que quería recalcar. Dios le bendiga pastor.