Solidaridad a toda prueba... | Contenido Original

Una de las grandes novedades de nuestro mundo es la inmediatez, sin que medie mucho esfuerzo estamos en contacto con los acontecimientos del momento, cualquier evento importante o insulso puede ser de nuestro conocimiento. Esa facilidad de contactarnos con el entorno nos ha permitido tomar conciencia de la complejidad del mundo actual. Gracias a los medios nos enteramos en tiempo real de la creación de un gran descubrimiento con el que mejorar nuestras vidas y, al mismo tiempo, nos podemos enterar de algún horror cometido por cualquiera de nuestros semejantes.

Nuestra cotidianidad oscila permanentemente entre la fascinación y el horror, entre lo enaltecedor y lo detestable, ya nada es ajeno. Aun cuando es verdad que cerca de la mitad de la población mundial no tiene acceso a las tecnologías de la información, nunca antes la humanidad tuvo la posibilidad de poder saber en forma inmediata lo que ocurría un poco más allá de las puertas de sus casas.

Nuestro mundo se ha hecho pequeño, en el espacio digital de las comunicaciones las fronteras se cruzan en fracciones de segundos, las culturas se conocen, interactúan, se hacen visibles unas a otras, el contacto simultáneo es una realidad. Estar permanentemente expuestos a esa cotidianidad, que a momentos puede resultar abrumadora, nos ha abierto las puertas para incrementar nuestra sensibilidad como especie humana, para hacer crecer nuestra preocupación ante los males ajenos.

No es necesario contar con sesudos estudios para llegar a la conclusión que el impacto recibido en nuestros días por un vídeo que vemos en twitter, sobre una situación que ocurre casi en vivo delante de nuestros ojos, debe ser muy superior a lo que pasaba en otras centurias. Una persona de hace trescientos años que recibía una noticia sobre un evento trágico ocurrido semanas o meses atrás y que le llegaba por boca de alguien o por las páginas amarillentas de un periódico, luego de un largo viaje en barco o a caballo, quizás no asimilaba la mala nueva trágicamente.

La dureza de cualquiera de las imágenes que recibimos como consecuencia de alguna catástrofe causada por la fuerza de la naturaleza o por la fuerza de alguna mente desquiciada, no deja a la mayoría indolentes, nos conmueven, despierta la empatía. Claro, siempre habrá aquellos que tienen el corazón tan endurecido como para no impactarse por nada, pero esos son los menos. El sentimiento generalizado ante las víctimas de alguna circunstancia indeseable es de solidaridad.

Este sentimiento de acompañar al otro en su dificultad no es exclusivo de nuestro tiempo, forma parte de la manera humana de ser. En textos antiguos como la Biblia se apela mucho a este espíritu de solidaridad, en las enseñanzas del Budismo también. Historias como las de Prometeo en la mitología griega nos dan cuenta de la presencia del solidarismo desde los tiempos más remotos. Ese gesto del titán amigo de mortales, que desoyendo el mandato de Zeus, la máxima deidad, decide jugársela para socorrer a los hombres huérfanos del fuego, nos habla del gran valor que tiene la ayuda al necesitado

En nuestros días asistimos a situaciones terribles y lamentables; millones de personas sufren los efectos de decisiones equivocadas, padecen grandes sufrimientos por la ambición de unos pocos, por los desacuerdos producidos por el ansia de poder. En todo el planeta se multiplican los grupos de personas desplazadas por efectos de las guerras, por las persecuciones políticas o por las presiones del crimen organizado. Son millones de seres que han quedado totalmente desprotegidos y desamparados.

Afortunadamente hay muchos dispuestos a acompañar a los que han caído en desgracia. Miles de personas en todo el mundo han asumido la difícil misión de prestarles asistencia. Son los integrantes de las diferentes organizaciones de asistencia humanitaria, un equipo de seres especiales que han elevado al primer plano el valor de la solidaridad humana. Como tributo a todas esas personas, que prestan su solidaridad aun en situaciones de alto riesgo, las Naciones Unidas han declarado el 19 de agosto de cada año como el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria.

Con esta celebración el organismo internacional nos hace un llamado de atención para que valoremos el trabajo que hacen todos estos héroes anónimos, para que meditemos sobre la necesidad de prestarles nuestro apoyo. La colaboración con la causa de la ayuda humanitaria está al alcance de todos, la podemos hacer efectiva de muchas formas. Una, puede ser a través del aporte monetario para los diferentes organismos coordinadores de programas de asistencia. De igual modo, con solo hacer un clic podemos servir de multiplicadores para apoyar cualquier campaña desarrollada por esas organizaciones.

No menos importante, es seguir contribuyendo a sensibilizar sobre la necesidad de crear una convivencia armónica y de paz. A seguir dándole vida a la idea que todos somos necesarios para continuar la vida en el planeta. Este es nuestro hábitat, en él cabemos todos.