Antes de comenzar el nuevo capítulo de nuestro relato, sería bueno aprender acerca del nuevo mundo al que ha llegado Alicia.
En este mundo, siete poderosos monarcas luchan por la supremacía absoluta sobre todas las tierras. En el centro del mundo se encuentra el terreno sagrado del gran árbol Yggdrasil, un lugar donde toda agresión está prohibida.
Está rodeado por todos sus lados por los reinos, que se relacionan, comercian y se dan apoyo… o al menos eso intentan aparentar. La mayoría de las naciones buscar subyugar a las demás. La relación entre los siete grandes reyes no es precisamente de amistad. Decir que es tensa es quizás ser demasiado optimista. Cada rey posee un poderoso artefacto conocido como una insignia.
Estas insignias no son solo objetos imbuidos de un enorme poder mágico, sino que también representan el derecho a reinar de cada soberano. Poseer una es controlar el destino de toda una nación.
A las piedras mágicas se las conoce como memorias en estas tierras.
Estas piedras son capaces de llamar la memoria y las leyendas de tiempos y lugares remotos. Luego se les da cuerpo y forma gracias al poder de las piedras. Utilizando el poder de las insignias, se convierten en fuerzas especialmente poderosas. El poder y la naturaleza de cada rey también modifica la manera en que se manifiestan. De esa manera, un rey que valore la fuerza ante todo llamará a poderosos héroes, mientras que un soberano más calculador podrá invocar la ayuda de grandes estrategas.
Aunque todas las naciones buscan tener ventaja sobre las demás, hay dos que se hayan en una lucha a vida o muerte constante. La primera es la santa tierra de Gloria, bajo el reinado de Faria, la Reina Sagrada. La otra es la región volcánica de Certo, dirigida por Melgis, el Rey en Llamas.
Faria, la Reina Sagrada, es grácil y sincera en todos sus actos. Con un alma gentil y un corazón fuerte, gobierna sobre la tierra santa de Gloria. Para ella, no hay reino que sea completamente un enemigo. Con un desarrollado sentido de la justicia, usa su poder para auxiliar aquellos demasiado débiles para salvarse por si mismos.
Su insignia es Excalibur, la Espada Divina. Le fue entregada en un lago más allá de las montañas. En el campo de batalla, se dice que la fuerza de su espada siempre la conduce a la victoria, sin importar lo imposible de la situación. Con el poder de las piedras mágicas y de su insignia, es capaz de invocar a los Caballeros de la Mesa Redonda. Estos valientes guerreros, siempre luchan junto a ella, preparados para enfrentarse a cualquier oponente.
Contra ella se alza Melgis, el Rey en Llamas, un verdadero tirano en todos los sentidos. Aunque odiado por la mayoría de sus súbditos, su increíble poder mantiene a raya cualquier rebelión. Su reino, las infernales tierras de Certo, ha sido desde siempre el hogar de feroces dragones. Un lugar donde los débiles están condenados a sucumbir.
Aunque se le llama reino, el poder no pasa de forma hereditaria. Aquel que sea lo bastante poderoso para derrotar al rey podrá reclamar el trono. Melgis lo hizo, tomando para si el trono y la insignia. Esta es conocida como Laevateinn, la Espada Demoníaca, y su nombre es bien merecido. Aunque por fuera sea una hoja radiante, susurra oscuros secretos a su portador. Melgis ha caído preso de la influencia de la espada, y la conquista de Gloria comenzó poco después de conseguirla. Para horror de Faria, Melgis también es capaz de invocar a los Caballeros de la Mesa Redonda. Sin embargo, poco se parecen a los caballeros de pureza intachable de las filas de Faria. En su lugar, está distorsionados por el odio y la locura, y el miedo y la piedad son algo desconocido para ellos.
Mientras en telón se alza sobre el conflicto de los dos reinos, nadie puede adivinar cuándo terminará la guerra, o quién será el ganador.
Sin embargo, no son las únicas naciones del mapa. Mientras el conflicto se desarrolla, los otros cinco reinos planean sus propias conquistas.
En el siguiente capítulo, nuestra historia comenzará por fin. ¿Podrá Alicia, una extraña, desvelar los secretos de este mundo?
El Mundo de los Siete Reyes