Fase 1. Me hice notar, saludé, jugué con las palabras. Él respondió, seco y animado, esa mezcla perfecta que siempre lo caracteriza… esa sutil cualidad que te pierde entre la mentira y la realidad si lo conoces, porque de lo contrario se lo crees. Jugamos, escribimos, insinuamos y seguimos. Se lo dije, me respondió “tal vez difícil de creer pero yo más”, muda me quedé. Recapacité y contesté “adoro saberlo”.
Silencio. Distancia. Llamada inesperada avisando visita inesperada. Dos horas después, convivencia irreal conocida. Amistad, confianza, seguridad, comodidad. ¿Cómo salir de nuestra zona de confort?
Insinuación. Declaración. Proyecto estancado en renovación. Palabras van, palabras vienen. Miradas, mano en la pierna, sonrisas, miradas. Despedida. Le dije y me dijo. Reclamos honestos, confundidos y tranquilos. Le dije y me dijo. Silencio.
Roce de labios, beso en la frente. Manos cruzadas. Silencio. Me dijo y le dije. Abrazo. Silencio. Le dije y me dijo. Miradas. Segundo roce. Abrazo. Búsqueda de labios. Beso. Silencio y abrazo. Propuesta y negación. Planeación de realización.
Acuerdo. Desacuerdo. Propuesta insistente, negación recurrente. Silencio. Abrazo. Segundo y tercer beso. Silencio, acuerdo y despedida.
Regreso a la zona de confort, silencio y distancia.
Mismo plan, fase dos.
Y si me vuelvo loca? Tal vez podría ir a la tienda y a la hora de pagar, olvidar por "casualidad" en el mostrador, la poca cordura que aún tengo en el bolsillo. Entonces si, decir que te quiero sería una de mis tantas ideas absurdas y no la
única. Entonces si, nadie cuestionaría mi necedad de seguirte llevando en el sentir y en el pensar. Entonces si, saldría corriendo a buscarte y al llegar a tu casa, gritaría con mis pulmones y su chiflido que no me voy, que me seguirás viendo y que con cada una de mis miradas el alma te besaré, que no importa quién lo sepa ni quién lo crea, que seguiré haciendo y siendo la diferencia para que un día (antes de tus 35) puedas cruzar y cumplir con la promesa que aun traigo en la cartera.