El está ahí, como todas las noches, en la puerta de mi habitación, lo único que puedo hacer es arroparme hasta la nariz, viéndolo fijamente, con miedo a que se acerque a mí. Cada vez que apago las luces, el aparece, desde niña ha sido así, me ha seguido durante años, a veces, cuando camino entre multitudes, lo siento a él, siento su sombra en mi hombro derecho.
Cuando hable de el la primera vez, me vieron como una loca…No estoy loca, no estoy loca, no estoy loca.
Me recetaron gotas para dormir, cuentos de niños antes de ir a la cama, antialérgicos, ahora, solo puedo acostarme yo misma en mi cama y rezarle a cualquier ente que se me venga a la mente en busca de que sirva para que él no se acerque a mí.
Ha entrado en mis sueños, ha buscado encerrarme, tomarme para si pero me niego, no quiero que sus garras negras y frías me toquen. Me encerró en un sueño, en una habitación insonora, en una habitación vacía y blanca, era la nada, yo estaba en la nada, grite, grite, busque de alguna forma las paredes para golpear pero no había nada, caminaba sin parar y no había ningún muro, solloce incontrolablemente, sabia cual era mi mayor miedo, el vacio.
Si estás leyendo esto, te espero esta noche, espero a que te presentes con toda tu altura, con tus garras frías, esta noche se viene al desquite, puede que te tenga miedo pero no eres más que yo, ni yo soy tan pequeña para enfrentarte, al fin y al cabo, eres producto de mi imaginación.