Poco consternado debido a mi ambigüedad moral, bajé las escaleras rumbo al piso de Jessi decidido degustar su jugosa carne universitaria que bien debería saber a tierno jamón de bellota exquisitamente curado.
Mi trayectoria era fija, pero inestable. Debido al buen vino "peleón" de Angelote, chocaba cual cachalote entre Icebergs, pero mi instinto natural de supervivencia genética, impulsaba mi embriagado cuerpo hasta mí paraíso personal: las tentadoras galletas maría y mi obsesión por encumbrarlas con leche condensada..
Cuatro intentos fallidos después, conseguí atinar en el dichoso timbre:
- ¡Ah! - Dijo Jessi mientras la puerta se abría. - Pasa, ya me he preparado uno de hierba. Estoy en el salón con Fernando y Marta.
¿Fernando? ¿ Quién cojones es ? . Esa duda se plasmó en mis pensamientos durante pocos segundos, cuando al entrar en el salón " menos mal " que Jessi explicó todo:
Mira Julio, éste es Fernando, mi novio, vino ayer desde el Pueblo. Se va esta tarde, pero quería presentártelo.
Hola, qué pasa tío- Una voz con gallo hizo su entrada en la escena, Fernando. - ¿ Menudo problemón el que habéis tenido hoy no?
Cosas que ocurren. - mientras sonría forzosamente y sentía cómo mi lujuria sexual y alcohólica mermaban drásticamente. .- Pillad sitio y os cuento todo. - A la vez que ejercía de patrón marinero mandando escoger un asiento.
Estar narrando una historia teniendo a tres personas con los ojos cómo platos atentos a mí, me recordaba con lágrimas en los ojos a Ramón, el padre de un amigo de la infancia, que de enanos nos contaba sus historietas de cuando viajaba por el mundo a la vez que asentíamos impresionados.
30 minutos después, las chicas hablaban de un tal " pepito " y su desgraciada novia ( a la insultaban con alevosía ) mientras Fernando y el menda lerenda discutían sobre fútbol.
En esta conversación pude fijarme más en él. Era bastante bajito, 1,70 aproximadamente, su cuerpo se contornaba en líneas grasientas de manera uniforme y para tener unos 20 años, tenía más entradas que un aeropuerto multimillonario de Dubái, los mismos donde me imagino a los Jeques cagando en retretes regados de agua impregnada de partículas de oro.
Esto por un lado era un alivio y por otro una pena. Una nueva confrontación del interés sexual contra la moral humana volvía a tronar en los cielos de la ya atormentada humanidad, no siendo la última vez que ocurra a lo largo de nuestra existencia como especie, vamos a darlo por sentado. Ante mis ojos de hiena salida y buitre carroñero se encontraba un chaval majo, educado, respetuoso. En un diccionario sería símil de " buenazo ".
¿ Sería verdad que Jessi estaba pensando en cortar la relación con él ? Me acuerdo de mi novia de hace 9 años, todo eran dudas existenciales que ponían de manifiesto lo que " sentía su corazón " y los momentos dónde la llama amorosa "flaqueaba" de furor. Son torbellinos hormonales que se juntan con el deseo de emancipación paternal, dónde lo aprendido jugando de pequeños a Barby y Playmobil se pone en práctica muchas veces ( bajo la opinión que dicta mi sesera ) en una fase muy temprana.Nuestra ingenuidad va mucho mas allá que la osadía que a todos nos caracteriza en esas épocas doradas post-adolescentes.
Me dejé llevar por el momento discutiendo sobre el Hércules y su política de fichajes cuando:
. Ring, Ring, Ring - Era el teléfono de Fernando.
- ¿Diga ? - Mientras mandaba silencio en la sala. - No, a ver mamá, ¡ Mamá !, ¡Joder!. - colgando el teléfono.
Nadie preguntó que ocurría, un silencio sordo tensó el panorama dicharachero que segundos antes existía, mientras todos esperábamos una explicación.
- ¡ Mi madre ha encontrado la plantación que tengo detrás del tractor roto ! - dijo Fernando, pálido a la vez que unas gotas frías de sudor recorrían su frente con lentitud. - Gracias a Dios, esas son las madres, las que tengo plantadas esta temporada están en la finca del tío Jesús, que llevan veinte años sin ser usadas. Con algo de suerte las arranca de cuajo con la raíz y las puedo recuperar enteras, ¡ Me piro !
Dio un beso rápido, poco sentimental, a una de por sí desilusionada Jessi y un gesto con la cabeza hacia Marta y yo:
- Lo siento Julio, otro día seguimos charlando. Cuídame a mi chica, encantado de conocerte.- mientras la puerta se cerraba haciendo temblar la mesilla de la entrada.
Cuidar iba a cuidar a tu chica Fernando. Por desgracia para ti, incluso me apetece jugar al teto con su veinteañero, espigado y firme culo que tiene. No era tú culpa, tampoco la mía. Quizás jamás ocurriría nada con Jessi, pero por desgracia veía muy poco futuro en esa jovial relación. Por segunda vez consecutiva del día, sospecha confirmada por Jessi por medio de sus sugerentes y carnosos labios:
Bufff... Estoy hasta los huevos del niñato éste, con su madre se acojona y de mí pasa. - Frunciendo el ceño. - Menos mal que ha traído 300 gramos de hierba, tenía pensado dejarle mañana por WhatsApp. - Surgiendo unas carcajadas desde lo más profundo de su interior pero que provocan el sutil y sensual movimiento de sus senos luchando agónicamente por liberarse del Dictador sujetador.
Jajaja, pero que cabrona eres tía - de forma malévola decía Marta golpeando repetidas veces el hombro de Jessi. - El chaval es un niñato.
¿Hola?. Hay que ser soberanamente hijo de puta en esta vida para dejar a alguien por un mensaje justo el día después de que te proporcione 300 gramos por amor, jugándose ser atrapado por un control de policías y yéndose cagando leches porque ha surgido un imprevisto importante. Entró en mi interior la necesidad de ajusticiar cuentas en una guerra dialéctica con semejantes putones mentales que vilmente se ríen de manipular a otro ser humano. Pero coño, que tetas, lo siento, Fernandente, en el pueblo encontrarás a otra, ahora me toca a mí mojar galletas con leche.
- Chicos, me piro. - Marta comentó mientras se calzaba. - Tengo que ir a ver si han colgado una nota, la profe está chapada a la antigua y no usa internet, todas las notificaciones las pone en los tabloides. - mientras sus glúteos se apretaban caprichosamente al caminar.
La situación se tornaba perfecta. Estaba dentro de los patrones soñados y deseados por cualquier hombre del planeta, la fogosidad de una hembra universitaria junto la astucia de un can viejo de perrera reencarnado en un conserje de barrio. Siempre ocurre lo mismo, recreo las cosas en mi imaginación hasta que algo o alguien me saca de mi letargo, pienso seriamente que puedo ser autista ( no creo que sea la hierba, ejem ):
Te invito a comer, ¿ te apetece ? - dirigiéndose a la cocina.
Me parece una idea cojonuda. - Dije. - No cocino nada mal.
¿ Te apetece que hagamos un bizcocho y chocolate fundido ? - dijo Jessi.
Asentí con la cabeza mientras entrabamos a la cocina. El suelo era de madera, vieja y roída. Manchurrones negros hacían de vestido de un denso cúmulo de polvo que cubría el panorama. Los platos, apilados alrededor de la fuente, mostraban signos de llevar días en la misma posición. Aún así, no me importaba en absoluto, para mí, junto a tal perfecta mujer, cualquier entorno era idéntico a un palacio con diamantes incrustados.
No llevaríamos ni 10 minutos preparando todo, cuando empecé a fijarme con el rabillo del ojo en Jessi. Hoy llevaba el pelo liso, oliendo desde lejos a una fragancia de rosas con avena. Una camisa ancha llegaba hasta sus rodillas, dejando la duda de sí habría pantalones o no por debajo. Penetraba con mis ilusiones mentales su ropa, pudiendo ver esos redondos, gigantes y exuberantes pezones que se escondían tras esos muros de tela.
¿ Me acercas la harina ?. - soltó Jessi sonriendo. - Se que soy una jodida enana, pero ahí no llego si no cojo una silla.
Claro, que sí. - Mientras abría la estantería, feliz por estar a menos de 10 centímetros de ella... - ¡Coño!
Soy un desastre, algo manazas, pero eso no necesariamente va a trae penas consigo. La harina estaba en un paquete algo roto, y al intentar cogerlo en mi mano, conseguí romper totalmente su envoltura , cayendo toda la harina encima de Jessi. Esperaba un grito llamándome gilipollas o unas carcajadas a modo amisto, pero lo que ocurrió fue mucho más interesante.
Ella se desprendió de su camisa, mientras agitaba de su pelo los restos de harina que quedaban. Mi sorpresa fue mayúscula, no llevaba sujetador y tampoco llevaba bragas. Estaba totalmente desnuda. Sus ojos empezaron a centrarse en mí mientras sus labios indicaron que iba a decir algo:
- Sé que te pongo, llevas días mirándome, siempre me contestas por WhatsApp y no sé qué tienes, pero me pones demasiado perra. - Agarrándome el sustento vital masculino, sí, eso, el miembro viril.
No creáis que dije nada, ni pregunté. Me abalancé contra ella y la tiré contra el fregadero. Sus pechos cayeron entre toda la porquería acumulada en los platos resbalando en ocasiones. Empecé a tocarla con mucha delicadeza y entrega. Esto debo contarlo por partes.
Su vagina era rosada, totalmente rasurada, con los labios monísimamente inclinados hacia el exterior. Sus glúteos, espigados y tonificados, tenían esa silueta con forma de manzana que permitían visionar su precioso coño a la vez. Una piel suave y blanquecina se presentaba ante mis retinas.
Me agaché lentamente, haciendo algo que jamás había hecho. Acerqué mi lengua a sus glúteos lamiéndolos a la vez que los mordía. Con una mano introducía el dedo índice en su vagina "delicatesen" y con el índice opuesto mostraba mi carta de presentación por su no menos importante ojete.
Sin darme cuenta, acabé lamiéndola entre las piernas, a la vez que introducía mi nariz lentamente en sus labios y aspiraba lentamente ese olor a gloria que penetraba por mis fosas nasales. Aunque lo mejor, sin duda, fue lo que ocurrió a continuación:
- Joder, fóllame - Mientras apoyaba sus manos contra los estantes y aproximaba su culo a mi paquete.
No tarde en ponerme en faena, empecé a metérsela por el coño, poco a poco, introduciendo mi puntita y frotándola con fuerza cuando:
- No, por ahí no, por el culo. - mientras unos gemidos de gozo salían de su boca.
Jamás me había follado un culo, además nunca pensé que el primero fuese el de una universitaria maciza. Días de gloria en tiempos de conserje, diría yo.
No voy a mentir nadie, duré cinco minutos, seis como mucho, el tacto era placentero, una presión en los laterales de mi miembro provocaba a mis testículos para su bombardeo en forma de leche fresca junto a espermatozoides fumados, cuando sin mediar palabra, saqué mi venosa metralleta de su interior a la vez que con un gesto suave, la invitaba a ponerse de rodillas, ella accedió.
Sólo tuve que mirarla a los ojos, para que entendiera mi vicioso propósito. Pero viendo su maldad a la hora de tratar a su novio y lo fácil que ha sido todo, sabía que iba a poder dar mi último brochazo en su angelical y joven cara.
Empezó a lamer mi polla cómo si fuese la superviviente de un accidente llevando 10 días sin comer, transcurridos 40 segundos, mi fluido vital empezó a desparramarse por su boca, salpicando levemente sus mejillas y barbilla. No avise, pero a ella no pareció importarle. Levanto la lengua apoyando el glande encima, busco que nuestras miradas se cruzasen mientras dejaba caer todo mi grumo en la punta. Sin dejar de mirarme ni un segundo, empezó a tragarse todo pasándose los dedos una y otra vez por la boca.
Eso me puso muchísimo, ver una mujer tan dedicada a la faena, y que le gustase tanto que depositase mis restos biológicos por su cara, me conquistó. Su siguiente frase más aún:
¿ Terminamos el bizcocho, nos hacemos otro porro y nos vemos una peli ? . Mientras se ponía de nuevo la camiseta.
Mejor que sean dos porros, el bizcocho y una comida de coñito entre los anuncios. - levantando su camisa y jugando con mi dedo pulgar con su pezón izquierdo.
Mi intento de hacerme el gracioso, no fue muy exitoso , aunque mi corrida ( no de toros ) en toda su garganta fue épica, me sentía un mocoso de 13 años con ganas de llamar a mi pandilla porque acaba de besar a una chica, en este caso, acababa de follarme un culazo de futura licenciada.
No volvimos a hablar nada en todo ese día, ella puso una película aburrida y carente de lógica alguna, sobre vampiros enamorados de humanos. Tras los soporíferos 30 primeros minutos, me quede totalmente dormido entre mis dos nuevos cojines favoritos: las tetas de Jessi.
Cerrando mis ojos, sabiendo lo que había ocurrido, entrando por mi nariz el olor a la piel sudada y desnuda de Jessica, tardé tres minutos en reconciliarme con mi amigo Morfeo, al que llevaba más de 24 horas sin visitar, ¿ habré puesto la alarma ?, mañana llegan los obreros para realizar las obras en el cuarto - A, Don César me dijo que tenía que abrirles.
Tras eso, sólo puedo deciros que sin duda alguna mis ronquidos debieron dar un mejor toque a la banda sonara de tal mierda de película que le dio por ver a mi amiga la de las galletas María, Fontaneda o Cuétara, que cada uno tuvimos una infancia distinta.