Boxeo de sombras.

in boxeo •  7 years ago 

Alexander no aprende; parece que aprender es una tarea ardua. Se ha puesto duro el trajinar cotidiano. En la plaza donde se cobija, ya casi no hay sitio. Son muchos los habitantes al descampado. El estado les entrega agua y la grama como cama. Los bancos tienen dueños y son los lideres a troche y moche. Anoche le robaron sus zapatos y la crema dental. A él, precisamente, con su mal aliento, con su flacura de gancho de ropa. Como todos son ladrones, nadie es culpable. Pero, Alexander vio hoy a Carecorcho con sus zapatos y el dentífrico. Ahora viene la manera de desquitarse. En una plaza así, no vale la pena vivir, tendrá que mudarse a otra más cómoda. Carecorcho es fuerte y diestro con el uso de chuzo, vidrio u hojilla de afeitar. Es terrible que Alexander haya llegado a tan bajo nivel, en la otra plaza lo botaron por ser sabandija y aquí se la aplican fuerte. Anda descalzo y en búsqueda de alpargatas o cualquier zapato viejo, porque en verdad, nunca ha caminado descalzo.
Recoge sus cosas, mira con recelo al ladrón de sus pertenencias; pero, nada de reclamos. Ya llegaran tiempos en que la economía de Venezuela mejore. Alexander tiene fe, va a invertir el producto de la venta de la cobija y una chaqueta en productos para bachaquear. Cuando tenga, plata joderá al Carecorcho. Le llegará el turno, tarde o temprano.
Alexander se muda a la otra plaza y halla un sitio en el Banco de Crédito. Piensa que ha avanzado, ayer le regalaron los zapatos del malhechor que mataron en un asalto armado. Son unos pilrrieles bien bonitos con un logo de un perro, Hush Puppies. En esta plaza una joven millonaria trae comida que reparte entre los indigentes. Como le cambia la vida a uno un robo; hay que buscarle la parte positiva a las circunstancias hostiles. Hoy, Alexander amanece muerto, la joven millonaria envenenó a quince indigentes.

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