En alguna oportunidad hice un prototipo de aplicación web con bubble, una herramienta bastante sencilla para construir aplicaciones y sitios web.
Todo marchaba bien hasta que intenté configurar un procesador de pagos. Algunos de ellos pedían que tuviera una política de privacidad en mi sitio web. Aparentemente era fácil copiar y pegar de otro lado, sin embargo, las legislaciones en cada país son diferentes y ni idea de cual sea el alcance o aplicación de leyes emitidas en los Estados Unidos o Europa en torno a este tema, considerando por una parte la ubicación del servidor (Estados Unidos) y la ubicación del público al que se pretende llegar.
De manera que uno de los grandes retos que deberán afrontar los micrompresarios "electrónicos" es el manejo del aspecto legal relacionado con la administración de datos personales, sin mencionar los demás temas contractuales y de resolución de disputas que puedan surgir por la venta de un producto.
También me sorprendió como bubble se integraba fácilmente con el procesador de pagos Stripe. Lo único malo es que el servicio de Stripe solo está disponible en países de primer mundo.
Por lo tanto, esto puede ser un nicho de mercado interesante para los abogados, que acompañado de una asesoría tecnológica podría resultar en un servicio que brinde un verdadero valor a nuestra débil industria.