Para aquellos cuyo mundo está construido por ladrillos de lenguaje que diferentes individuos han ido colocándoles, que nunca fueron constructores de su cárcel, les parece inconcebible que se pueda saber sin estudiar.
“Todo está en los libros”
Este es un mantra que se ha usado incluso como título de un programa de televisión de crítica literaria.
Lo primero que dices es, es absurdo, antes de que hubiera libros alguien lo tuvo que saber… es lo que se llaman investigadores, inventores, pensadores.
No importa, alegan que toda investigación consiste en recopilar un par de cientos de libros y hacer un refrito con todos ellos.
Bien, pero habrá algún libro que no sea un refrito, el primer libro no podría ser un refrito.
Tampoco importa. Alegan que antes que los libros estaba la tradición oral.
Bien, a alguien se le habrá ocurrido la leyenda…
Tampoco. Si es necesario, los amates de los libros te apuntan a Dios que, al final, es el autor del mayor best seller de la Historia.
Quien no ve niega la existencia de la luz, y te lo demuestra con todo tipo de razonamientos por los que ha logrado un doctorado en Ceguera Aplicada.
La informática es la ciencia que se basa en el principio de:
“Si es así, es porque era así.”
Y toda teoría que contradiga lo que funciona, no funciona. No se pierde ni un minuto en recordarla.
¿Cuántas veces te has enfrentado a un problema con la computadora en el que has agotado todas las posibilidades de consulta? Todo lo que has visto en internet no funciona y no encuentras cómo arreglarlo. Casi nadie tira a la basura una computadora solo porque haya un problema no descrito.
¿Y qué se hace?
Recurres al “genio de la informática”, ese amigo que sabe mucho y del que abusas cada vez que te pasa algo. Para ti es un acto social darle trabajo y no pagarle, es tu forma de “valorarle”. Y si ese genio eres tú mismo, no puedes ni protestar por el encargo.
Y te pones a tocar cosas. Instalas, desinstalas, anulas, desconectas, reinicias, reinstalas, bloqueas, te bloqueas… Así durante un tiempo más o menos definido y, no sabemos ni cómo ni por qué… ¡funciona!
Este ejemplo tan normal resulta la mejor forma de demostrar a los zopencos amantes de los libros que en los libros no viene nada que realmente sea interesante. Y lo que viene es mentira, no funciona. El mundo cambia tan deprisa que cuando algo llega a un libro la realidad lo ha dejado atrás, y cuando quiera llegar a la Universidad será un conocimiento paleontológico.
El nuevo conocimiento, el que nace de la investigación, de la prueba y error, de una imaginación sin fondo, acaba cuando encuentras la solución y aplicas aquello de:
“Si es así, es porque era así.”
Como sabemos que hemos hecho, o sea, como lo hemos arreglado (sin saberlo a priori, por supuesto), el error estaba justo en aquello que hemos arreglado y el arreglo necesario para repararlo es justamente el arreglo que hemos usado.
Aunque una solución no suele servir más que para esa sola vez, lo importante es hacerlo muchas veces y desarrollar maestría en resolver lo que no tiene solución. Esto es algo que he venido haciendo desde hace cuarenta años. Se dice pronto. Es muchísimo más útil la inteligencia que la memoria. Eso sí, acompañada por la misma cantidad de constancia que de imaginación y de paciencia.
Mira que es fácil.
Al igual que los ciegos niegan la luz, los tontos niegan la inteligencia.