UN CUENTO SOBRE EL PASTOR DE OVEJAS Y SUS PERRITOS OVEJEROS
P. Daniel Albarran
Era domingo.
Los mensajes de felicitaciones seguían llegando por ser el día del Buen Pastor.
Felicitaciones y más felicitaciones porque eres "buen pastor", y se acompañaba cada buen deseo con estampas de imágenes coloridas y bonitas.
Y, el Evangelio decía que Jesús decía que "Él, es el BUEN PASTOR". No decía "ustedes son pastores", sino que el Pastor, y bueno, era Jesús, en auto referencia.
-- Yo no soy pastor -- decía una persona involucrada.
-- Yo soy es un "perro ovejero" que escucha los silbidos del pastor que le indica que corra a ladrar por este lado o por aquel otro para que las ovejas sigan juntas.
-- Pero, todas las ovejas, y hasta los mismos perros ovejeros, mirando siempre al único pastor.
-- Siempre mirando al único pastor.
-- Los ladridos de los perros no es para que sigan a cada perro, sino para que sigan la voz del único que conduce.
-- El ladrido es ese recordatorio.
-- Y, un ladrido puede indicar que se está saliendo de la manada, como, por ejemplo, en el caso de los "bachaqueros".
-- El Pastor tiene dicho que hay que "amar al projimo". Y, no amarlo es ir contra Dios.
-- Y el perro ovejero con su "juao-juao-juao", le está diciendo a las ovejas, que esa práctica del bachaqueo no es lo que dice el Pastor que se haga.
-- Sigan al PASTOR. Al único.
-- No lo dice el perro ovejero. Él, simplemente, ladra y ladra, porque sabe que el silbido le está diciendo que hay ovejitas que se están separando.
-- Juao-Juao-Juao....
Y, las felicitaciones y parabienes seguían llegando en aquel domingo, y aún, al día siguiente.
Colorín-Colorado; este cuento no se acabado.
¡Juuuuuuaaaaaao!
Fin.