Ante todo...
ORIÉNTATE BIEN: hacia lo bueno, verdadero y bello en absoluto - "Busca primero el Reino de Dios y su justicia" (Mt 6:33).
Hasta ver LO MEJOR que puedes hacer HOY.
HAZLO - "Bástale a cada día su afán" (Mt 6:34).
Así cada uno va descubiendo el modo único en el que manifesta a Dios, y apoya Su manifiestación creciente en los demás.
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La Preminencia del diálogo con Dios: "Oratio per omnia"
Cuando el pasaje evangélico que hacemos referencia en muchos momentos nos ha ido acompañando como Dios mismo acompaña y por ser hijos suyos muy amados pero especialmente redimidos. Es que aumentemos las peticiones para que iluminándonos con su Santo Espíritu, lleguemos a reflexionar sobre la naturaleza íntima, de la narrativa que acaece sobre y de la forma más personalmente posible en la oración.
Este domingo pasado recordábamos dentro del evangelio que estamos en un mundo donde el ruido y la prisa a menudo nos envuelven, estar agitados no es novedad sino costumbre, se nos recuerda la importancia de buscar momentos de quietud y diálogo sincero con lo Divino, pero además alejarse del estres es principalmente un llamado diario y de muchas formas y maneras diferentes para nosotros.
Por eso la fortaleza de la oración no es un acto de repetición vacuo, insípido sino evocando a las palabras del Santo Padre en la encíclica Rosarium Virginum Mariae, son rosas a la Virgen, cuando refiere del sin número de aves marías y pedidos a la Madre de Dios, por consiguiente esas rosas o ramos de rosas, siguen dándole el valor de las cadenas de oración porque nos atan a Dios con firmeza y con fuerza, ellas son una conversación desde el corazón mismo de cada persona, donde nuestras palabras más sencillas, pero sinceras, encuentran eco en la eternidad. En la cotidianidad de nuestras vidas, este acto de comunicación íntima nos centra y nos recuerda quiénes somos y a quién pertenecemos.
Vivir el Perdón dentro de la comunidad es siempre evidenciado porque estamos como personas sociales y religiosas, en una vivencia en Comunidad:
Cuando la referencia del texto evangélico nos lleva a una reflexión profunda sobre el perdón, pero no son academicismos sino modus vivens, no solo como un acto individual sino como un principio fundamental que debe permear nuestras comunidades o iglesias particulares.
En el trabajo diario de nuestra parroquia y en los movimientos apostólicos, el perdón se convierte en el cimiento sobre el cual construimos relaciones sólidas y fraternas. Al perdonar, reflejamos la misericordia infinita que se nos ha mostrado, y abrimos caminos para la reconciliación y la paz, esenciales para el crecimiento espiritual colectivo.
La Humildad en Nuestro Actuar:
Este pasaje también nos llama a la humildad, recordándonos que nuestras acciones y oraciones no deben ser para la admiración de los demás, sino expresiones genuinas de nuestra fe y amor. En la vida parroquial y en nuestros esfuerzos apostólicos, la humildad nos guía a servir sin esperar reconocimiento, encontrando nuestra mayor recompensa en el servicio mismo y en la satisfacción de hacer el bien por el bien mismo. Esta actitud nos acerca más a lo Divino y fortalece el tejido de nuestra comunidad.
La Oración como Fuente de Fuerza Interior:
El evangelio nos enseña que la oración es una fuente inagotable de fuerza y consuelo. En los momentos de desafío, tanto personales como comunitarios, volvernos hacia la oración nos proporciona la claridad y la paz necesarias para enfrentar cualquier situación. Nos recuerda que no estamos solos, que somos parte de una comunidad de fe que nos sostiene y acompaña en nuestro caminar. La oración se convierte así en el alimento diario para nuestro espíritu, permitiéndonos mantenernos firmes y esperanzados ante los retos de la vida.
La Invitación a la Transformación Personal y Comunitaria:
Finalmente, este pasaje evangélico nos invita a una transformación personal y comunitaria. Nos llama a revisar nuestras vidas, a hacer de la oración no solo un momento específico del día, sino una actitud constante de apertura, diálogo, y reflexión. En nuestra labor en la parroquia y en los movimientos apostólicos, esta transformación se manifiesta en un compromiso renovado con los valores del Evangelio, impulsándonos a ser agentes de cambio, portadores de luz y esperanza en nuestro mundo.
