Una llamarada de xenofobia es encendida y el feminicidio se torna una hoguera, como excusa para ejercer más odio entre países.
Tenía un nudo en la garganta, un nudo que no me permitía respirar, ni pedir auxilio, un nudo también en las manos que me dejaba inmóvil y me sentía como las brujas antiguas, aquellas que fueron quemadas en la hoguera, ahorcadas, mientras el público se deleitaba ante el sufrimiento. Como si lo único que importara, además de presenciar la muerte, es ver al cuerpo herido, desvanecerse, contemplar el final de su último aliento y su última humanidad.
Porque esa vida no importa, no importa si hay pedido de ayuda, o si su mirada desesperanzadora la torna digna de respeto, no importa si está implorando piedad con sus ojos, su rostro -sus suplicas son un eco- un eco que la torna invisible a su tragedia. Todos la oyen, pero nadie sabe cómo salvar aquella voz. Y la verdad escondida, es que al final, todos esperan su muerte y lo que eso provocará, lo que acontecerá después de eso…
Una llamarada de xenofobia es encendida y el feminicidio se torna una hoguera.
En Ibarra (Ecuador) hace un par de días, exactamente el pasado 19 de enero de este año, Diana Carolina R, una mujer ecuatoriana, embarazada y de 25 años, en la calle y enfrente de una multitud de civiles y agentes policiales fue apuñalada por su pareja, identificaba como Yordi Rafael, de origen venezolano.
Todo esto ocurría, mientras era viralizado en todas las redes sociales, como fieles los telespectadores del crimen. Solo que con la posibilidad de ejercer tus comentarios ante los hechos.
El feminicida, fue catalogado por su nacionalidad. Entonces mi pregunta saltó a la vista ¿Un feminicidio se torna más relevante que otros, solo por la nacionalidad? Pues este hecho fue recalcado por lxs ecuatorianxs. Además de las preguntas que surgieron ¿Por qué las fuerzas policiales no hicieron absolutamente nada? Si durante una hora, la víctima, Diana Carolina R, permanecía bajo las amenazas de Yordi Rafael, frente al local de comida rápida, donde la mató.
Los vídeos y las fotos, nos muestra con una tristeza escalofriante, que, en plena multitud, el agresor estaba rodeado, y nadie hizo nada, ni policías, ni los civiles. Bueno, si se hizo algo, que además responde a esta sociedad viralizada por las redes sociales, grabar el feminicidio. Con tal somos antropófagas y antropófagos visuales. O Parafraseando a Susan Sontag, sentimos más placer viendo muertes violentas, en una sociedad que históricamente se ha acostumbrado a rendirle culto a las imágenes de cuerpos sometidos, mutilados, heridos, sacrificados…etc.
Sabemos por las fuentes que el cuerpo policial que se encontraba ese día además de ser suspendidos, están presos, por su inoperancia y bajo averiguaciones para entender ¿por qué no hicieron nada?
Un dato importante sobre los casos de feminicidios en Ecuador, que no surgió por culpa de los venezolanos que llegaron a ese país. Dale click a este vídeo
Solo un poco para entender que en las sociedades machistas no se trata de la nacionalidad a la que perteneces, sino del sistema machista y capitalista al que sí pertenecemos todxs. Cuyas víctimas cada día engrosan más las estadísticas sin distingo de clase, piel, orientación sexual o religión.
Las mujeres día a día, son asesinadas alrededor del mundo debido a lo que Rita Segato denominó como “el mandato masculino” seguimos educando, amaestrando a nuestros hijos e hijas bajo el mismo lenguaje de violencia que nos rodea en la cotidianidad. Ese mismo lenguaje de violencia, enfatiza mensajes claros sobre el poder del hombre sobre la mujer en la sociedad, a partir de las acciones simples y cotidianas como las relaciones de poder en la pareja o con nuestros hijos e hijas. Nos relacionamos a través de la pedagogía cruel del odio, sin siquiera reflexionarlo. Se continúa estereotipando y diferenciando nuestra labor social, cultural y político como seres humanos: bajo la fáctica idea de diferenciación entre qué es ser mujer y qué es ser hombre.
La tarea sigue siendo acabar con esas viejas estructuras, con esos modos de pensar, para quienes apostamos por una sociedad más justa, más igualitaria, más responsable por la vida y calidad de vida. No simplemente por el hecho de vivir, estamos vivos o tenemos vida. Debemos continuar construyendo una sociedad para seres humanos y en pro de seres humanos más saludables en nuestra relaciones y modos de vivir.
Quiero aclarar esto: como seres humanos somos cada vez estamos más vulnerables ante la estructura social, machista y capitalista que tenemos y que además nos está matando. Porque tanto agresor como víctima, son parte del mismo sistema y por tanto comparten la misma estructura sociosimbólico, repiten los mismos códigos de biopoder: Opresor-oprimida, Dominador-dominada, Agresor-víctima, culpable-culpada...etc.
Otro aspecto que deseo comentar, es que el feminicidio de Diana Carolina R. quedó en segundo plano, después de lo acontecido, y las agresiones a venezolanas y venezolanos, comenzaron a ejercerse por parte de ciertos ciudadanos y ciudadanas ecuatoriana de Ibarra y en otras partes de Ecuador. Entonces una pregunta, resurge como la llamarada de la hoguera ¿existió indignación por el feminicidio de parte de los y las ecuatorianas? Sabemos que sí, este pasado 20 de enero, en Quito y en diferentes partes de Ecuador, se realizaron marchas de diferentes feministas y no feministas, para rechazar los actos de persecución, odio y violencia de los últimos días y para honrar la memoria Diana Carolina R. como comentaron los periódicos del país.
En otra realidad más escalofriante, y tan trágica como la de la víctima, algunos ecuatorianas y ecuatorianos realizaron vídeos de varias venezolanas y venezolanos (seres humanos, como ellxs, cabe destacar) bajo la excusa de que el feminicidio recaía sobre nuestra nacionalidad y avivaron la llama de la Xenofobia, literalmente prendieron llamas, armando un hoguera, con las cosas que le fueron despojadas a una pareja de venezolanos en plena noche, mientras se encontraban en la residencia donde vivían, o como la cacería de brujas, hecha a otro venezolano, que en el cuarto que comparte con otros residentes es apuñalado con palos afilados, como si fueran lanzas, por parte de dos sujetos, probablemente ecuatorianos, mientras la escena es grabada y compartida en las redes como trofeo, como gloria. Cuando se politiza un feminicidio, para fines contrarios a la justicia y si para sumar 85 venezolanxs víctimas de xenofobia.
Entonces te preguntas como humana ¿será que lo único que está entre el cielo y la tierra, es odio? ¿Somos tan carentes, que a lo único que respondemos es volvernos asesinos virales y además tan letales que cualquier excusa es válida para justificar diferencias culturales?
Repito, aunque seamos de países diferentes, estamos y continuamos estando en una sociedad machista, patriarcal, capitalista cada vez más violenta y alienada por el odio. Hoy matamos por cualquier excusa, y no nos queremos dar cuenta, o nos hacemos de la vista gorda como los policías. Con tal, vivir parece un privilegio que solo los ricos tienen, y equivale al 1% de la población de este mundo. A la clase obrera, trabajadora, pobre, descalza, desasistida, desamparada, la mayoría de la población terráquea, estamos jugando lo que los ricos quieren, nos matamos entre sí. Porque nos enseñaron que la vida no vale nada, o vale muy poco para nosotros, que vive el día a día como se puede. ¿Será que valemos más muertos que vivos? ¡Ya va! Es mejor que busquen el presupuesto de cuánto sale comprar un cajón de madera, para que lo entierren a uno dignamente. Pues hasta para morir dignamente y ser repatriado o no, es un lujo en todos los países de Latinoamérica. Recuerden hoy en día, hasta los funerales salen caros.
Solo quiero dejarlxs con esto:
¿Qué sería de nuestras vidas, si hoy, en vez de buscarte en las semejanzas, que estoy segura, son muchas o ninguna, te escuchara, o compartiera sin conocerte siquiera tus noches?
Con dolor o sin él, con culpa y sin culpas, con culpables y sin culpables,
Como seres humanos, seguiremos caminando bajo el sol y talvez sonãndo bajo la luna,
Eso sí, en una sola tierra,
nuestra madre, que está profundamente herida,
sofocada por nuestras guerras,
por nuestros muertos, llantos, miserias y masacres.
¿Será que al final queremos ser sólo carne pal zamuro?
Maryori Cabrita es @lamorrocoya , el texto (a execpción del vídeo de youtube) son de mi autoría. Puedes seguirme, comentar y visitar mi cuenta en Instagram @macabritafotoarte ¡Hasta pronto! 🌓
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