Concurso @Provenezuela 1: Bólido de Sollozos | Prosa poética | #castellano

Quedan solamente las ganas absurdas de superar la sed que corroe a los diafragmas cansados. Se asoma la tristeza con una sonrisa burlona, mientras resuenan los suspiros infalibles, que anuncian la llegada de ardores indivisibles. Quiero sentir que mi alma se mece por encima de las nubes y que ya no hay nada que pueda detenernos pero al misterio se le hace muy fácil salir vencedor, en estas tormentas de granizo. La muerte ha llamado a mi puerta con golpes que suenan como chasquidos, y se inunda la sala de la casa con un denso petricor.

Y si bien es cierto que no nos poseen ni tampoco nosotros a ellos, es necesario perderse en la pertenencia, también en la fraternidad. Estamos incompletos sin eso de ceder una parte de lo que nos hace. Los tesoros secretos se arriman hacia adentro, como la presión del beso que la doncella oscura coloca sobre la arena inmóvil.

En un bólido de sollozos, los dioses caen y nos queman la frente, nos hacen erguir la espalda y bailar descontroladamente. Residen en los vidrios de los rascacielos y en las brazadas incontrolables que los cuerpos exaltados procuran en razón de los milagros.

Porque mientras cruzo la calle, viendo hacia los lados, vacilando, titubeando, desconfiado, temeroso, en silencio, y las presencias extracorpóreas me toman de la mano, comprendo que el mundo está vacío. Qué ardua, la gracia que se concibe en situaciones desfavorables; qué ardua, la existencia que no se da efectivamente dentro de los círculos convencionales.

Qué ardua, la inefable travesía que nos apremia, esa que entra en conflicto con inconmensurables conciencias, las mismas que son libres, eléctricas, y que moldean al mundo con incomprensible audacia.

Ya que no hay palabras para describir el trayecto, ni sus curvas, o sus pausas; ya que no hay suficiente para todos, habrá que conformarse con decirlo todo de manera abreviada. Qué pesar, tener que hablar a medias de temas que no pueden conversarse.

Quiero ignorar la psicodelia que se mantiene viva en tu pecho, y renacer en el crepúsculo, si hay espacio en la agenda del sol. Necesito una energía que no me corresponde, y el sufrimiento por eso se intensifica con cada paso que doy.

Jamás serás la precipitación divina, y para que sepas de este vocabulario, tendrás que haber sido el elegido. No puedo convencer a tus demonios para que se den un descanso de su cotidiana dinámica contigo. Recuerda que todo es un toma-y-dame.

Nos levantamos cuando el canto se ha quedado dormido. Cuando la garganta ya no encuentra qué hacer.

Quiero que me preguntes por qué me interesa formar parte de tu vida. Y también que te preguntes si estás haciendo lo correcto. Deja que corra el viento entre tu cabello, deja que la vista se amplíe, mientras navega en paisajes de botón.

Y mientras te quemas… Te adoro, y te añoro más. En solitario, asimilo que me he vuelto más complicado y que eso te desagrada.

Envuélveme en tu pecho y así cruzaremos la montaña. Te has convertido en un verso que se despedaza.

Ha dejado de importar todo aquello que consideraba hermoso. Y la vida termina, justo ahí.

Y sé que te parece una falacia, una falsedad. Pero justo ahí, la vida termina.

Y aunque esta historia te parezca aburrida, te la cuento de todo corazón.