Estoy sumamente contento. Tanto que casi brinco de felicidad. No hay duda que cuando Dios da, da a manos llenas. Me explico.
Tengo un buen amigo, que como todas las personas tiene ciertos problemas de conducta. El los consideró tan apremiantes, que decidió meterse a un grupo de terapia que se lleva en otra ciudad para tratarlos.
Después de un breve internamiento, lo saludé en una fiesta que se celebraba con motivo de un aniversario matrimonial.
Lo vi un poco tomado. Me entristeció verlo creaer, pero me dijo que todo iba bien. Que necesitaba cambiar de amistades y ambientes con más virtud y menos vicio.
Pues desde luego, logrando disimular mi enfado y tristeza, le refrendé mi amistad y le aseguré que podía contar conmigo para lo necesitará.
El y su esposa sabe que formo parte de un grupo de oración y que participo en un ministerio de adoración eucarística. Pretendía unirse.
Días después me contacté con su esposa para pedirle permiso de rezar por el y proponerle que ella también se me uniera. Aceptó gustosa. Acto seguido, pedí a mi grupo de oración, rezaran por el.
Pues bien, hace unos días me llamó pidiéndome tomarnos un café y platicar.
Total que el día de hoy pudimos juntarnos. Platicamos largamente, me expuso su estado, lo que está haciendo para cambiar y planes futuros; por mi parte le aseguré que Dios estaría con el siempre que se lo pidiera. Que sólo Dios le daría la fuerza espiritual que necesita.
De forma tal que termine recomendando que empezará a rezar el Rosario junto con su esposa y que fuera a confesión y a misa tanto como pudiera, de preferencia diariamente. Así las cosas, aproveché para invitarle a la misa y templo al que acudo, por si acaso tenía tiempo de acompañarme.
Y ya estando en misa, que se aparece el hombre.
Que felicidad! Que gusto! Poder servirle a Dios y a un Hermano!
De pilón, ya después de la celebración, me pidió que le enviara el Rosario para empezar a rezarlo diariamente.
Estoy seguro que Nuestra Santisima Madre se encargará de concederle las gracias necesarias para llevarlo, tan cariñosa y amorosamente como solo ella lo sabe hacer, a los brazos de Jesús.
Gracias también te doy San José, por formarme y guiarme para apoyar a un buen amigo.
No hay duda que todo este tipo de circunstancias se dan por que la sociedad esta de cabeza. Ya habrá tiempo de exponerlo.
Mi señor Jesús, nos ponemos tus manos misericordiosas, purificanos y conviertenos.
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