Voluntad de Dios

in catolisismo •  5 years ago 

Difícilmente logramos cambiar algo si no es con la ayuda de Dios.

Cuando me invitaron a formarme como Diacono y ministro (mientras lo primero sucedía) pensé rápidamente en las posibilidades, pero sobre todo la problematica que impone el tiempo en que vivimos.

Pero nunca pensé en la gran oposición que he experimentado fuera con mi esposa.

Simplemente no desea que me forme en ninguno de los dos cargos. Ella, vive en el mundo. Quiere más bienes materiales. En ellos calcula su seguridad y la de nuestros hijos.

Sabiendo que en principio es una decisión personal que solo corresponde a mi persona, en la práctica es sumamente difícil ir contracorriente, sobre todo si la lucha es en contra de la persona con la que se comparte el camino de la vida.
Nuestras pláticas solo han terminado en discusiones que me producen fuertes resentimientos. Ella defiende lo que cree. Y lo defiende con uñas y dientes, porque teme por la continuidad del plan familiar. Es, de su parte, una lucha por mantener las cosas en el estado que se encuentran, porque ha vivido sintiéndose segura. Y obviamente quiere más.

Para mí, el llamado significa la culminación de un pensamiento que no cree en el mundo y, aún sabiendo que estamos y trabajamos en el, la mirada de mis ojos permanecen en la patria eterna.

Mi oración siempre ha sido la de buscar hacer la voluntad de Dios. Pero durante estas semanas, he pasado de tratar de producir un cambio en su corazón mediante la concientizacion y la razón, a esperar la intervención directa de Dios.
Ante su constante negativa, simplemente he decidido esperar en Dios.

De forma tal que mi aproximacion cambió. Me he ejercitado en la confianza en su plan y su mano providencial. No que no lo haya hecho antes, pero ahora es más profundo.

Debemos saber esperar, ya que los tiempos de Dios, no son los nuestros.

Y es que debemos entender que en nosotros, hay una inclinación a buscar siempre la seguridad. Y cuando no la tenemos, desesperamos. En este hecho reside la aproximación: No desesperar y permanecer confiado y obediente como María Madre.

Y curiosa resulta la espera, no porque no espere respuesta, sino porque en el momento en que llega, sorprende.

Como ayer, en misa, que llegando, mis hijos se fueron a confesar... primera gran sorpresa.

Segunda. Todavía no acababa de procesarlo, cuando una ministra pregunta, a mi esposa y a mi, si estábamos dispuestos a participar con los ciriales. Yo dije que si, y mi esposa se vio obligada, no sin un reclamo velado.
Momentos después la encargada se nos acerca, y me pregunta sin esperar mi respuesta, sino la de ella: es su esposa? Afirmamos juntos, y con una gran alegría y solidaridad la saludó, para después pasar a contarle el cómo siempre cuenta con mi ayuda siempre que le ve en misa. Esa calidez la desarmó. Otro de los ministros, que participarían en la procesiontambién la recibió con tal gusto y respeto, que terminó al fin, por animarse.
Dios utiliza a su gente. Cuando todo esto sucedía y estando formados para la procesion de entrada, el párroco apenas terminaba de confesar; llegado el momento tomó su lugar en la procesion y empezó la ceremonia con la entrada.
No quise voltear, no quise saludarlo. No quería dar pie a que pensara ella que todo era planeado. Simplemente lo dejé Así, en manos de Dios.

Tercera. El evangelio y homilía. El padre habló sobre los verdaderos discípulos de Dios. Que gran pasaje bíblico y que gran homilía. Todo hecho a la medida de mis necesidades! Sus palabras fueron verdaderamente inspiradoras. No tengo la menor duda que el Espíritu Santo lo guió.

Cuarta. Finalizó la misa y le pedí al sacerdote una bendición para mi familia, y entendiendo la intención, gustoso la concedió.

Nos despedimos de amigos y conocidos, y nos retiramos. Me obligué a no tocar el tema, reprimí con toda mi fuerza la emoción que sentía, porque sabía que Dios y su mano providencial había preparado las cosas y no quería estropearlas. Jesús en ti confío.

Esta circunstancia me ha hecho valorar lo difícil que es vivir el llamado de Cristo. Nos detiene el mundo, nos detienen las personas. Nos detiene el egoismo. El miedo. La sociedad misma. Mucho he reflexionado en los primeros Cristianos que vivieron su fe en la adversidad familiar, social y de Estado. Y es que es entendible la oposición que experimenta una persona al llamado de Dios, pues vivimos sumidos en una cultura pagana que se ha venido perpetrando de Cristianos super light.

Pero más allá de nuestros planes, está el plan de Dios. Más allá de nuestras fuerzas, está la fuerza poderosa de nuestro Señor. Así que he decidido dejar el problema en sus manos. Jesús es mi Pastor y sus ovejas reconocemos su llamado. El guía y nosotros, mansos, obedecemos. De forma tal que si El me llamó, también proveerá de lo que se necesita para cumplir su mandato. Si El me conocía y me eligió desde antes, a mi solo me toca dar el Sí. De lo demás el.se encargará.

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