Para darle continuidad a mi anterior Post. Les contaré sobre los otros dos percances que tuve en mi viaje Venezuela-Chile.

Después de tremendo susto en la frontera, nos disponíamos a retirar los dólares que mi esposo nos había enviado.

El tercer percance

Mi hermano había ido antes y no pudo retirar pues era mucha cantidad y al parecer había un límite por persona, así que mi esposo tuvo que ir a la agencia en chile, modificar la transacción mitad mi hermano y mitad yo, ya era súper tarde, el peso de las maletas nos agobiaban, las niñas estaban cansadas. Así que después de algunas horas de tramites hicimos la larga fila en la casa de cambio, ya estaban a punto de cerrar, cuando llegamos a la ventanilla nos dicen que debemos tener un carnet de inmigración para poder retirar el dinero ¿pueden creerlo? No valió nada, nadie se compadeció, nadie nos ayudó a pesar de vernos en esa situación y las niñas llorando porque de no retirar el dinero tendríamos q pasar la noche en la calle. Corrimos a sacar los benditos carnet para lo cual necesitábamos cartas de residencia de Venezuela, pero de mil formas y obstáculos lo logramos. Al tener listo todo, ya habían cerrado el lugar.

lo positivo en todo esto es que yo llevaba 30 dólares que nos salvarían de pasar la noche en la calle (dólares que pensé en dejarle a mi mama y mi esposo insistió que los llevara por si acaso). Esa noche la pasamos en una Habitación de hotel súper cómoda después de todo lo q habíamos pasado, realmente necesitamos descansar para continuar, nos comimos los tres almuerzos que los guardias no habían dado, nos bañamos y organizamos todo para al siguiente día muy temprano continuar la marcha.

El cuarto y último percance fue agotador

Cuando ya íbamos encaminados y creíamos que nada peor nos podía pasar; llegamos al terminal donde agarraríamos un taxi que nos llevaría a la frontera Colombia-Ecuador.
Resulta que había una huelga de taxista, justo en el trayecto q nos faltaba, así que uno de ellos nos propuso acercarnos lo más que el pudiera, y efectivamente así lo hizo, lo malo es que tendríamos que caminar no sé cuántos kilómetros exactamente pero créanme a mí que me gusta caminar, fue el trayecto más largo q he hecho. O así lo percibí, con la impotencia de no poder ayudar a mis hijas que ya no le daban sus piecitos, cada cual con sus mochilas a cuestas, les confieso que en ese momento quería rendirme, sentarme a llorar y desistir de seguir adelante, pero algo me decía deben seguir ya vendrá la calma.

Y se preguntaran ¿que hubo de positivo en esto?, pues si lo hubo, me di cuenta de la fortaleza que tengo y lo que puedo trasmitirles a mis hijas en situaciones adversas como esta, nuca miramos atrás, ellas se sentaban y se quejaban pero igual se levantaron y siguieron, siempre con la esperanza de que al final había algo bueno esperándonos, por suerte fue esa la frontera donde mejor nos trataron.

Ya lo que vino después son solo anécdotas inolvidables y un viaje que jamás olvidaremos

Muchas gracias por leerme y ser parte y testigo de esta aventura. Nos vemos en mi siguiente post…

Fotografías: Cámara Cannon A 630