Cuando es obligación ser tolerante con los intolerantes.
"Torquemadismo" Globalizado.
En la actualidad, escribir sobre ciertos temas, parece una tarea delicada. Hay temas que han llegado a ser tabú para quien desee opinar sobre ellos; casi como si fuera necesario obtener un permiso público –por no llamarle “ajeno”– para poder expresar, con cierta temeridad, un punto de vista, una opinión que no vaya con la corriente del pensar de moda.
Se trata así, de evitar ser destrozado vorazmente por los paladines de lo “políticamente correcto”, los amos de “la verdad”, regidores del ethos, los jueces de lo único que debe, no solo ser, sino incluso, pensarse. Es algo irónico pero, quienes hoy ostentan esa actitud con ampulosidad, son los mismos quienes, hasta hace pocas décadas atrás, eran víctimas de conductas parecidas por parte de otras personas que también se pensaban dueñas de la verdad, o de los destinos ajenos. Al parecer, no aprendieron nada. Porque esta conducta no es nada nueva, está claro para todos.
Antiguamente, esta era una de las características más prominentes de quienes impartían el orden, que no era, en aquel entonces, otra cosa que hacer, decir y pensar lo que la autoridad decía. Como se puede ver, la cosa no ha cambiado mucho, solo se ha esparcido quien se cree con “autoridad”. De monarcas, jerarcas, presidentes y líderes, anteriormente, a cualquiera que tenga acceso a internet hoy en día.
Por lo tanto, debemos reclamar, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes.
Karl Popper. La Sociedad Abierta y sus Enemigos.
Con la aparición de la globalización de las comunicaciones y la información, los golpes del mazo, las condenas, no solo las imparte ahora la autoridad, también se globalizó la “potestad” de acusar, y sí, discriminar no solo a quién sea “solo un tolerante”, sino hasta quien casi no sea devoto de lo que dicte la corriente de moda. La que, como se mencionó más arriba, es dictada por quienes, hasta hace poco tiempo atrás, eran víctimas del mimo trato. ¿Venganza? Solo que no aceptarán que hacen lo mismo, ya que las consecuencias, cierto es, no son iguales. Posiblemente no se vaya a prisión, ni se sea execrado de la sociedad local. Solo se tendrá una etiqueta luego de un tsunami de ofensas, improperios, procacidades pues, espetadas por el vulgo soez (sí, palabras de la abuela).
Entre estos temas están los que entran en la categoría de lo “políticamente correcto”, que se subdividen en otros tópicos. Temas religiosos también y, aunque parezca mentira, también temas dentro del mundo de la ciencia, entre otros, claro. Es como si existiera un privilegio de opinar o a sentirse orgulloso de lo que se piensa o se es. Privilegio, porque pareciera no ser de todos. Y esta situación se encuentra en todos los ámbitos de estas categorías. Se verá un poco más detalladamente esto, sin ir muy profundo tampoco.