Mele, por muy triste que parezca ya no eres la misma de antes. Hoy menos todavía, porque seguro una vez te levantes vas a recibir mil bendiciones de amigos, familia, esposo e hija, a su manera claro: en medio de gritos y llantinas por un pronto tetero antes de ir a la guardería anglosajona y tú pensando:
-¡Dios! si sólo me diera ese regalo de cumpleaños y se lo tome tranquila.
También de compañeros de trabajo y otros más. Pero todo esto sólo se tratará de un consuelo, sólo la mera ilusión de mejorarte el día. Créeme que ganas no faltan de abofetearte con la devastadora noticia de que una vez más, un año después las canas vuelven con las impulsivas ganas de comprar en Farmatodo toneladas de tinte negro que las mata de manera fulminante, como si de una asesina y manipuladora se tratara. De exigir con tono militar que Rhoder Montilla saque sus tarjetas de crédito, ya a estas alturas incrementadas en saldo por sus exigencias al banco y más conociendo que se aproximan estas fechas. No, no las decembrinas, las de tu cumpleaños.
¡Sí!, que sea rápido ese trayecto al Sambil, y Dios libre y la Chinita también que no hayan cambiado todas las vitrinas de zapatos, carteras, ropa y los tres millones de accesorios que te pones para una misma ocasión, y el doble cuando te certifican que compraron un apartamento donde la comisión por la venta supera la capacidad de asombro. Lo que se necesita el día de hoy es que tu voluntad y compromiso de vida sea fortificado. No, que esta fecha no sea un desliz de debilidad por tanta arruga o amarguras momentáneas por cansancio crónico en tus turnos de cambio de pañales. ¡Sí!, un respiro profundo, una bocanada de aire de esa atmósfera que tanto te agrada de Mc Caffé en su terraza o el sillón de semicuero negro. ¡Sí mija la mesa 8, ajá! Son dos moccacinos con tarta de fresa, un nestee de limón y un pastel de pollo orgánico. Es allí, en ese preciso momento entre soplar el moccacino y tomar el primer sorbo cuando entras en la razón, a pesar que yo no esté allí con ustedes hablando paja, “Tony debe de estar escribiendo en su malayo facebook, con sus palabras tan complicadas pero muy dedicadas a mí. Mientras yo aquí dándole gracias a Dios, que a pesar de un año más vieja, tengo todas las bendiciones y la gente que me quiere, valora y tolera desde lo terrenal y allá por los cielos. Por mi familia, los amigos, los que me quieren con o sin canas, por el café y por la comisión del apartamento que sea lo suficiente para ayudarle a Rhoder a pagar las tarjetas. ¡Ah! y por lo material.
Amén.