Siempre hemos sostenido que lo que ocurre en el interior del cuerpo se traduce al exterior en la forma, proporciones y aspecto del cuerpo humano.
La inmensa mayoría de personas han perdido la noción de la verdadera forma del cuerpo humano. Si los griegos pudieron en sus estatuas realizar magnificas creaciones de arte, es porque su inspiración se alimentaba de los modelos vivientes de salud y belleza que encontraban en sus conciudadanos. La belleza de las proporciones, que tanto preocupan a los grandes artistas de entonces, no era el producto de una idealización artística, sino la fiel expresión de tipos humanos sanos y robustos, que los griegos consiguieron conservar por medio de la cultura física y la vida sana y natural. El hombre griego encarno la expresión de la belleza inmoral, La sentía y la vivía en la realidad, y así pudo legarla a la posteridad en sus creaciones artísticas.
Si dirigimos la mirada a los pueblos de Indostán observaremos lo mismo. Sus representantes actuales de ciertas comarcas de la India, que viven principalmente de frutas y vegetales, son tipos de elevada estatura, robustos, muy bien proporcionados, fuertes, y vigorosos, y sin los signos de fealdad que caracteriza las razas degeneradas. Claro está que en las ciudades y en las regiones miserias hay muchos individuos decadentes.
Si comparamos aquellos hombres sanos con personas corrientes hoy día en nuestras latitudes, nos daremos perfecta cuenta de que
la disminución de la resistencia contra las enfermedades y la salud ha marchado paralelamente a la transformación de la forma exterior del cuerpo, en el sentido de empeorar.
Los pocos casos de fuerza y desarrollo muscular considerables que podemos observar en las razas modernas no siempre van acompañados de la debida proporción de las formas y de un desarrollo muscular integral. Así vemos pugilistas de enorme musculatura, pero cuyo rostro revela anormalidades o señales de degeneración; otras veces, bajo la fuerte coraza muscular del pecho se encuentran unos pulmones con capacidad insuficiente o incluso enfermos. La explicación es que muchas veces el atletismo se pone en práctica en una forma antinatural o incompleta, sin ir acompañado de los demás factores de la vida natural, como alimentación, luz del sol, aire puro, aplicaciones del agua, entre otros, es decir, de manera muy diferente a como practicaban los griegos la cultura física integral.
En nuestras generaciones, el tipo relativamente fuerte y sano es la excepción, y la degeneración de la regla. En el pueblo griego y demás pueblos sanos, por el contrario, la salud y la fuerza eran generales.
Actualmente son corrientes las personas demasiados gruesas o excesivamente delgadas. Estas anomalías de forma y de peso expresan o un mal funcionamiento de los órganos internos o que la arquitectura de huesos se ha perturbado durante el crecimiento. Hay personas altas y delgadas, de cuello largo, pecho estrecho; esta forma física va ligada a cierta predisposición, Otras son obesas de cuello grueso y corto, propensas a presión altas.
Hasta aquí solo nos hemos referidos a la forma de los huesos y a la musculatura. Pero, además, en muchos casos se produce un recargo excesivo de grasa, en la parte delantera del cuello, formándose el llamado doble mentón.
Señalamos también las desigualdades entre el lado derecho y el izquierdo del cuerpo, a veces muy manifiestas en la cabeza, la nariz, las orejas, los labios, los brazos y las piernas. Estas desigualdades son debidas a veces a la acumulación en el cuerpo de sustancias, cuando la grasa que acumulan en el vientre en la edad madura excede de ciertos límites, se deposita irregularmente; lo mismo ocurre en las nalgas y en los muslos, en que la distribución de la grasa es casi siempre irregular y de forma desiguales.
Pero el hombre es, además, un ser dotado de facultades mentales y de una intensa vida interna, que se expresa, sobre todo en la cara. Las facciones del rostro son cambiantes, movibles, expresivas, y revelan mucho de lo que ocurre en el interior del hombre.
La fisionomía, la mirada, el gesto, el rubor o la palidez, entre otros, también pueden revelar trastornos dentro del cuerpo.
Extraído del libro del Dr Vander - Guía Medica del hogar.