Se encontraba preocupado, ya no sabía que hacer para recordar aquellos labios que lo hacían renacer.
El viento soplaba frío y en su cara empieza a chocar, el canto de las aves a él comienza a gustar.
Cuanto tiempo pasó, que por su disgusto no observo el montón de aves que a su lado se amontonó.
Imagina que contento se habrá sentido aquel varón, que dejo aun lado el desamor, y junto a nadie se sentó.
Sacó su vieja libreta de aquel horrible overol, y a su pluma ya sin tinta un pequeño golpe dio, con esperanzas aun vivas de poder escribir el sonido de las aves que a sus oídos han de venir.
Pero mira que hermoso es ese pequeño ruiseñor, con sus alas bien hermosas, y su gran corazón. Corazón que nadie tiene, corazón que se ha de olvidar, viendo que en este mundo, ya nadie quiere amar.
Olvidó lo que sentía, por el horrible desamor, y en su hoja redacto una historia de amor.
Y sin olvidar los pájaros, que con él anduvieron, agarrados por el viento, y platicando por el tiempo.