El crimen perfecto.

Comenzamos por mirarnos a los ojos,
riendo como locos entre tantas miradas,
miradas sorprendidas porque no entendían como eramos jodidamente felices.
Qué bonito sabía la primavera besando tus labios fríos. Qué instante perfecto.
Nuestras camas ansiosas nos reclamaban dar el presente y entrar en una clase intensiva de anatomía,
pero no, nuestros cuerpos solo eran paraísos imposibles, nosotros sus ángeles preferidos.
Y si solo pudiera pedir una deseo, te pediría a ti sin ropa.
Entonces pasa lo que nunca pasó,
tu furia y la mía combatiendo en el sillón hasta caer en la alfombra, tu encima de mí.
Vernos a los ojos seriamente, decirnos lo importante sin hablar,
besarnos como si estuviésemos a punto de morir.
Deslizar mis dedos sobre tu espalda saboreando tu pecho.
Abrazo tu cintura inigualable y tú descifras las cicatrices de mi espalda.
Después todo se acelera, la habitación se convierte en una víctima.
Su único delito será encubrimiento bajo cargo de conciencia.
La sabana intacta, sin errores.
Dormir juntos totalmente desnudos, y la verdad es bonito verte respirar,
ahí mientras salen los primeros rayos de sol cubriendo tu silueta.
Esa noche de primavera nuestros cuerpos florecieron primero.
de mirarnos a los ojos fijamente, pasamos a queremos demasiado,
y terminamos siendo dos desconocidos.
El crimen perfecto.