"El que se enamora pierde"

La hechicera Circe, hija de Helios, era el arquetipo de la mujer independiente, dueña de sí misma y con las ideas claras; sabe lo que quiere y cuándo lo quiere. Posee un carisma arrebatador con el que puede encandilar a cualquiera, y maneja a los hombres a su antojo. No suele encariñarse fácilmente con las personas. Es una genuina “femme fatale”; seductora, hipócrita y mordaz.

Además de mantenerse siempre joven y bella, se dice de Circe que podía hacer descender la luna sobre la tierra, cambiar el curso de los ríos y con mayor frecuencia, convertía a los seres humanos en animales. A todo ésto se le sumaba su inmenso conocimiento sobre venenos y las hierbas. Por lo tanto, Circe no obedece a ninguna persona; sólo ella misma era quien decidía su destino. Bueno…, hasta que Odiseo apareció en su puerta y ella terminó siendo hechizada por el héroe.

Ya saben que Odiseo, alertado por Hermes, se salvó de ser convertido en cerdo. Pero no estuvo completamente a salvo de los encantos de la hechicera. Ésta se había enamorado perdidamente del héroe, y lo sedujo. Retuvo a Odiseo con sus brebajes hasta que él, implorando ayuda de los dioses, logró recobrar su libertad.

Cuando fue abandonada, la poderosa hechicera, quien guardaba celosamente el secreto de su eterna juventud, empezó a envejecer. Al enamorarse, sus poderes comenzaron a flaquear; y al quedarse sola, su tristeza se manifestó en los surcos de su piel y en su cabello cano.

Es este el triste final de la muy poderosa hechicera quien fue vencida por el amor.

Es muy fácil perder la cabeza por un amor. El amor romántico despoja al cerebro de su poca cordura y lo hace arrodillarse ante sus deseos. Por eso algunos sacan ventaja del más enamorado, porque el amor desarma hasta el guerrero más fiero. No piense alguno que por su inteligencia y experiencia es inmune. Porque al final, como dice Raimunda Navarro: “El amor es extraño y descontrolado”