OPINIÓN | Deadpool 2, o de cómo más de lo bueno no siempre es mejor

🎵 He's a maniac, maniac, on the shooting floor... (?)

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En julio de 2014, se filtró en Internet un misterioso video de prueba de 1 minuto y 48 segundos de duración que se convertiría, en muy poco tiempo, en tema obligado de conversación para geeks y fans de los cómics en todo el mundo. El mencionado corto parecía ser la secuencia inicial de una película live-action de uno de los personajes más irreverentes, violentos y graciosos jamás salidos de las páginas de Marvel Comics: Deadpool, un mercenario y antihéroe cuyos poderes regenerativos y habilidad con armas de todo tipo sólo son rivalizados por su oscuro y alocado sentido del humor.

En la voz de Ryan Reynolds y con CGI realizado por los siempre confiables maestros de Blur Studio, se sabría poco tiempo después que el video fue creado originalmente en 2011 como un pitch creativo para 20th Century Fox de la mano del director de cine y co-fundador de Blur, Tim Miller. Al viralizarse rápidamente por redes y medios de comunicación, la respuesta fue unánime; nadie, absolutamente nadie en el mundo comprendía cómo Fox no había salido corriendo a producir una película de este estilo, menos aún en plena época del cine de cómics y superhéroes.

Aunque las circunstancias de la filtración nunca fueron aclaradas del todo, con rumores yendo y viniendo acerca del verdadero autor o autores de la misma (algunos acusaron a Tim Miller, otros a Ryan Reynolds o a personas cercanas a su círculo), el cometido se alcanzó: en marzo de 2015, con Simon Kinberg, Lauren Shuler Donner y Ryan Reynolds como productores ejecutivos y Tim Miller en la silla del director, se inició la producción de lo que sería uno de los sleeper hit más inesperados y aclamados de la década de 2010.

Estrenándose en febrero de 2016 y recaudando, a la fecha, unos 783,1 millones de dólares en todo el mundo, Deadpool no sólo fue un evento de masas y la delicia de fans de cómics en todo el mundo, sino una película que repuntó significativamente la carrera de un Ryan Reynolds que venía a la baja después de haber participado en la desafortunada adaptación de Green Lantern y de haber sido muy desaprovechado en X-Men Origins: Wolverine, curiosamente, haciendo al mismo personaje.

Con semejantes cifras y recibimiento del público, era imposible que Fox no quisiera hacer una secuela. En febrero de 2016, Fox puso en marcha la creación de una segunda película de Deadpool con el mismo equipo creativo inicial; no obstante, diferencias creativas entre Tim Miller y Ryan Reynolds obligaron a la salida del primero de la producción, siendo reemplazado por una estrella en ascenso del cine de acción después del auténtico éxito en taquilla y crítica que fue John Wick: David Leitch.

Y, tras una producción sin mayores altibajos, en mayo de 2018, recibimos a Deadpool 2.

AVISO: Aunque este artículo llega algo tarde debido a motivos de fuerza mayor* y esto no debería ser motivo de preocupación, el mismo contendrá la menor cantidad posible de spoilers. Asimismo, asume que ya la mayoría de los lectores han visto la primera película de Deadpool.

Y si no lo han hecho aún… deshonra a ustedes, deshonra a sus vacas, deshonra a sus campos (?)

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A juzgar por los minutos iniciales de Deadpool 2, la vida de Wade Wilson no puede ir mejor. Con una exitosa carrera como mercenario y asesino a sueldo que le da la vuelta al mundo (y es puesta en escena en un montaje tan gracioso como dinámico) y continuando su relación con su amada Vanessa Carlysle, quien parece haber aceptado con bastante tranquilidad el peculiar cambio físico de su pareja producido por los eventos de la primera Deadpool, el Mercenario Bocón está llevando la existencia que siempre quiso tener.

Sin embargo, debido a un notable error de cálculo por parte del buen Wade en una de esas misiones, el primer acto de Deadpool 2 rápidamente destroza toda la tranquilidad del personaje y le obliga a salir de su zona de confort para enfrentar, no una, sino dos amenazas que cambian por completo su status quo y lo obligan a renovar alianzas viejas y establecer nuevas en pro de cumplir la misión que la trama pone para él. La primera de estas amenazas, un joven mutante llamado Russell Collins (conocido por los fans de X-Men como Firefist), lo enfrentará al daño y a las torturas que sobre el prometedor piroquinético ha infligido un orfanato y casa de reeducación de mutantes sospechosamente relacionada a un tal señor Essex…

La segunda de ellas, causante de gran parte de la emoción que causó el casting y los trailers iniciales de la película, es la aparición de un viajero temporal, un soldado del futuro con habilidades y poderes que rivalizan peligrosamente con las de Deadpool y que, haciéndose llamar sólo por el nombre de Cable, viaja a nuestros tiempos con una misión que tiene que ver más con la primera amenaza de lo que Wade estaría dispuesto a creer, obligándolo a formar un equipo de individuos con habilidades compatibles o similares a las suyas (algo que los conocedores del cómic entenderán como el nacimiento de la X-Force, la versión algo menos dulce y más asesina de los X-Men) para poder hacerle frente a este poderoso villano y salvar la vida de Russell antes de que sea demasiado tarde.

En el papel, en lo que a premisa respecta, esto no sólo parece una evolución natural del personaje y de su trama, sino una aventura que promete toneladas de acción en un universo mucho más cercano a los cómics originales y expande el universo cinematográfico de Deadpool…

… pero, como todo en la vida, a veces hay que tener mucho cuidado con lo que se pide.

La receta básica de Deadpool 2: todo lo que funcionó de la primera elevada al infinito, para bien o para mal... y una pizca de Cable al gusto

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Algo que se evidencia rápidamente en Deadpool 2, y que marca de forma crucial la película, es el enorme intento de los guionistas Rhett Rheese y Paul Wernick por subir las apuestas en todo nivel. No sólo las escenas de acción son más violentas, más irreverentes y más dinámicas que en la primera película (¿Se podía? Oye, parece que sí), sino que los altibajos de la trama la llevan a terrenos más oscuros y crudos de lo que cabría esperarse en una película del tipo. Sin embargo, de buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno y, en el caso que nos atañe, Deadpool 2 termina siendo, a fines narrativos, una película con un gran desequilibrio en cuanto a intenciones y formas durante buena parte de su metraje.

El primer acto de la película, si bien tiene la sagrada misión de lanzar a Wade Wilson por la vorágine de eventos que lo llevarán a catalizar algunos cambios importantes como personaje durante el resto de la trama, aún con todo el dinamismo de las secuencias de acción y los eventos que se dan a cabo, se siente excesivamente lento. Además de un cambio de status quo que tiene que ver mucho con la relación amorosa entre Wade y Vanessa y que, al final de la trama, termina sintiéndose forzado y de consecuencias poco importantes, al menos la primera media hora de Deadpool 2 sufre de un exceso de exposición y una desconexión entre escenas y temas que David Leitch hace el mejor de sus intentos por concatenar de forma apropiada, pero que no dejan de transmitir ese tufillo de “OK, pero… ¿cuándo va a comenzar la trama?” durante la misma.

Aunque la diversión y la fluidez de la película mejoran significativamente en su segundo acto, con algunas escenas bastante divertidas (en particular, la setpiece en la que Deadpool y su recién formada X-Force intentan impedir que Cable logre su cometido con Russell), lo cierto es que no logra superar la naturalidad y la irreverencia con la que se daban las acciones y los momentos en la primera película y, aunque muchos chistes y situaciones sí llegan a desternillar de la risa, en líneas generales Deadpool 2 se siente como, por lo menos, tres películas amasadas y conectadas a la fuerza en una misma trama. De estas películas, quizás la que funciona con más efectividad – por su simpleza y familiaridad - es la relacionada con la trama de Russell, un personaje con el que el espectador puede llegar a sentir cierta empatía y que, en manos del joven actor neozelandés Julian Dennison, logra ser una metáfora de la angustia y la molestia adolescente a la que muchos sobrevivientes del bullying están expuestos.

Hablando de la visión 20/20 y las malas pulgas...

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No ayuda tampoco que, aunque la aparición de personajes y eventos de los cómics en los que está marcadamente inspirada la trama sea bastante mayor, la calidad de la adaptación de estos personajes y arcos argumentales sea tibia en el mejor de los casos. Todavía cuando la manifestación de Cable (interpretado por un muy solvente Josh Brolin, quien ya conocemos como un auténtico as en cuanto a meterse en la piel de personajes de moral turbia se refiere) es tan cercana al cómic como puede hacerse, la escasa relación que de él se hace con los X-Men originales y la creación de una justificación para su viaje en el tiempo que se siente más como un esfuerzo por relacionarlo con el periplo personal de Deadpool y por darle algún viso como antagonista termina por sentirse muy, muy forzada; sobre todo cuando, en el eventual y esperado ablandamiento de corazón que tiene Cable respecto a sus planes originales, termina perdiendo un poco de protagonismo y esencia, y pareciendo sólo el compañero cool del futuro de Deadpool. Con guiños incluidos a Terminator y todo...

No obstante, Deadpool 2 también cuenta con grandes aciertos. Uno de ellos resulta ser la aparición e integración al equipo de Domino, quien, constantemente, se roba las escenas en las que participa con su peculiar y relajada forma de hacer su trabajo e interactuar con los otros personajes. Un chiste interno que hace Deadpool durante el reclutamiento de la X-Force, referente a lo aburrido y poco cinemático que debe ser su superpoder (uno que Domino reconoce como “suerte”, pero que los fans del cómic sabrán que es un poco más complicado que eso), termina siendo la causa de carcajadas y momentos de la historia que te dejan sin aliento al comprobar lo diametralmente equivocada que estaba la apreciación de Wade. Ayuda que Zazie Beetz no sólo tenga una gran presencia física como el personaje, sino que también lo respire y lo interprete con una naturalidad digna de aplausos y sana envidia.

A quienes tuvieron sus reservas por el color de piel de Domino, qué lástima por ellos... Zazie Beetz es lo mejor de toda la película

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Asimismo, y como muchos esperaban, Deadpool 2 es en verdad la culminación del trabajo de Ryan Reynolds como su personaje principal, a un punto en el cual quedas convencido de que Reynolds es Deadpool; siendo capaz, no sólo de hacer que muchos chistes que se sienten forzados o poco cocinados únicamente a base de su carisma y evidente gusto por hacer el personaje, sino de que ese famoso gusto del mercenario por romper la cuarta pared sea más hilarante y pícaro que nunca. Con bromas que no dejan títere con cabeza, no sólo respecto a la situación políticamente correcta de la actualidad, sino respecto a la misma calidad percibida de la trama de la película, Deadpool como personaje nunca fue tan auto-consciente de su situación como ahora y, en especial en el segundo y el tercer acto de la película, logra salirse con la suya y hacer más disfrutable una trama que resulta ser demasiado monolítica para su propio bien.

Finalmente, el regreso de multitud de personajes de la primera película (con Colossus y Negasonic Teenage Warhead como grandes bazas), así como la aparición de algunos personajes nuevos a los cuales referirme sería spoilear buena parte de la trama de la película, dan la impresión de un universo mucho más orgánico y mejor conectado, menos aislado que en la Deadpool original. Eso sí, por las circunstancias que rondan la propiedad de los derechos de autor de muchos de ellos (y, también, la gran kriptonita de Deadpool como universo cinematográfico… su presupuesto), la mayoría de esas apariciones terminan siendo poco más que cameos afortunados para robarle una que otra risa o despertar algún guiño en el espectador.

Eso sí… Las escenas post-créditos de la película son de las escenas más hilarantes que recuerdo haber visto en el cine en años. Y ni qué decir del opening, o de cierto salto en paracaídas…

Deadpool Solid 2: Mutant Eater...

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CONCLUSIÓN:

¿Deadpool 2 repite el éxito de la primera Deadpool, es una digna secuela y hace creer en el futuro de su universo como una gran franquicia?

Me encantaría responder positivamente a esta pregunta, pero la verdad es que no puedo hacerlo sin expresar enormes reservas. Aunque Ryan Reynolds, Zazie Beetz y Josh Brolin dan su mejor esfuerzo con sus roles, lo cierto es que Deadpool 2 es un caso en el cual las ambiciones desmedidas terminan por asfixiar y entorpecer gran parte de la fluidez y la irreverencia con la que contaba la primera película, a base de una trama que quiere abarcar muchísimas cosas y termina apretando pocas. Asimismo, se hace demasiado notorio que Deadpool 2 es un producto que Fox no termina de tomarse del todo en serio, y que, más allá de la avasallante recepción en taquilla y crítica de su precuela, las limitaciones en cuanto a presupuesto y disponibilidad de material con derechos de autor para trabajar aún nos impedirán de ver, no sólo al Deadpool que realmente queremos ver, sino al enorme y entrañable universo entrelazado de Marvel que siempre hemos soñado ver en pantalla…

… al menos, hasta que Fox y Disney decidan qué hacer con su fusión.

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¡Gracias por haber leído mi opinión de Deadpool 2!

*Esta reseña llega un poco tarde debido a que Deadpool 2, por la clausura y retiro de 20th Century Fox en Venezuela, no fue estrenada en cines a tiempo en el país. Apenas ahora, al salir oficialmente en Blu-Ray, fue cuando pude verla para hacer esta publicación. Sí, lo sé.. el comunismo apesta 😪

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