Hablar de lo que está bien

Me llama la atención la cantidad de programas o documentales televisivos que día tras día se transmiten acerca de personas, que no debieran merecer ni un minuto de nuestra atención: asesinos, capos de la droga, ladrones, traficantes, y cualquier otro tipo de criminal ocupa buena parte de la programación diaria.

¿Qué de importante tiene para la formación de un individuo que conozca detalles de cómo ha escapado una y otra vez de la cárcel un delincuente? ¿Por qué es necesario conocer los pormenores de crímenes horrendos u otra fechoría?

Existe una gran cantidad de músicos, artistas, científicos, novelistas, poetas, cineastas y más que pudieran dejar una enseñanza positiva en niños, jóvenes y por supuesto en adultos, sin embargo, pareciera que hablar acerca de ellos no garantiza una mayor teleaudiencia.

La gente se ha habituado tanto a que así debe ser que aquellos programas dedicados al arte, la educación, la filosofía, vida natural y otros, son considerados como tontos o aburridos. Lo escabroso, exagerado, violento y enfermizo es tema común también en la conversación diaria y es también lo que buscan ver los jóvenes en películas y afines.

Las implicaciones que esto tiene para la vida es que todo lo desagradable se engrandece y generaliza y las buenas acciones se opacan y subestiman. ¿Qué tal si comenzamos por contar esas anécdotas personales donde nos ha ido bien? ¿Por qué no conocer del trabajo de nuestros músicos, científicos, escritores que han hecho una buena labor? ¿Por qué no celebrar esas pequeñas vivencias con logros académicos de nuestros niños? ¿Por qué no divulgar las tantas cosas buenas que están haciendo nuestros jóvenes en los países donde han llegado como migrantes?

Estoy segura de que son muchas las historias que cuentan: hechos heroicos, aprendizajes, enseñanzas, trabajo, comportamiento urbano, ayuda mutua, entre otras, que serían de gran ayuda para mostrar al mundo la verdadera esencia del venezolano. Por qué no transitar con nuestros niños y jóvenes por las calles nuestras y mostrarles lo bueno que siempre es más, en vez de resaltar lo negativo.

Si seguimos pensando que es lo malo lo que ocasiona entretenimiento seguiremos teniendo sociedades con personas pesimistas, negativas, tóxicas, apegadas a exagerar y crear historias desagradables, que reproducen esos estándares perjudiciales para todos.

Si nuestros niños solo escuchan en su entorno que todo está mal por las razones que sean, que lo bueno está afuera y eso lo ven repetido en la televisión, en las letras de las canciones y en la mayoría de los mensajes que reciban ya podemos imaginarnos el hombre del mañana.