Mis orígenes religiosos
Quienes me conocen saben que he caminado armoniosamente por la religión católica por parte de mi padre y la bautista por parte de mi madre; que mi caminar al servicio del prójimo lo comencé en el Movimiento Juvenil ANCLA de los Padres Claretianos, que he entregado mi vida a seguir las enseñanzas de Mons. Romero. En estas miradas de creencias y espiritualidad, me gustan visitar las iglesias desde las sencillas hasta las complejas como la Basílica de San Pedro (Roma); conocer las historias de las personas que han entregado su vida por una causa o leer libros controversiales en el tema religioso como Ángeles y Demonios, los papas y el sexo, entre otros. Me fascina escuchar los cantos gregorianos u otros cantos bíblicos; fascinación que lo aprendí de mi abuela Abigaíl.
La Abadía de Güigüe
Un día estando en Valencia, un programa televisivo mostraba la Abadía Benedictina de San José de Güigüe; premio nacional de arquitectura a cargo del venezolano Jesús Tenreiro Degwitz. Todo el conjunto arquitectónico articula, siguiendo la figura de un molinete que tiene como centro el claustro principal, con cuatro zonas que conforman todo monasterio desde la edad feudal: la iglesia, la hospedería, el área de servicio y las celdas para los monjes. Armónicamente todo el conjunto combina las características de sencillez, claridad y orden, propias de toda construcción benedictina, logrando plasmar la intimidad de la vida del monje expresión de la paz y el equilibrio. Termine el programa, quería salir corriendo a conocer dicha Abadía, escuchar los cantos gregorianos desde sus protagonistas.
Por fin en la Abadía de Güigüe
En la semana santa del 2014, con mis amigos que residen en Maracay, pude conocer la Abadía de Güigüe. Encontré en el silencio profundo del lugar, tal como decía la placa que otros artistas junto al arquitecto, todos venezolanos, contribuyeron con sus obras a resaltar y complementar la belleza de dicho lugar sagrado. El recinto de la iglesia se destaca por la sillería del coro, con sus hermosos relieves en madera de caoba representando a la Virgen de Coromoto y escenas varias de la vida de San Benedictino; pude admirar también los dos vitrales, que le dan un toque especial al interior de la Abadía, algo celestial y angelical; recuerdo que el folleto que conservo de esta visita señala que la columna del Sagrario, era del artista Rafael Urbina, el mural polícromo de la capilla del santísimo, de Gregorio Torres; y el altar y el ambón, de Jorge Salas. Caminar en todo ese silencio entre sus jardines, ver en cada ángulo de la obra, los cinceles de la perfección de tan bello lugar sagrado deja a uno en complejo silencio y admiración.
Camino al monasterio en Mérida
Al llegar a mi ciudad de Mérida, supe que el segundo monasterios de los monjes benedictinos en Venezuela, estaba por Estanques en el municipio Sucre, enclavado en la montaña andina, rodeado de cañaverales, café y naranjos en una empinada carretera que lo lleva al sencillo monasterio; en el borde el mismo, las nubes estan abajo como copos de algodones de azucares; a lo lejos de divisa, la entrada a los túneles de la variante mientras que al fondo, el sol se oculta lentamente hacia el sur del Lago de Maracaibo. La rutina de la vida de los monjes benedictinos empieza la hora del “Opus Dei” más contemplativa, que consta de salmos y de lecturas bíblicas y patrísticas, y reviste un tono marcadamente meditativo con pausas de silencio nos contaba el monje encargado de atender a los visitantes.
Después, en silencio, el monje se retira a su habitación para proseguir su oración con la lectio divina, hasta que, ya despuntando el alba, regresa a la iglesia para celebrar el oficio de laudes; las cuales, junto a las vísperas de la tarde, son los dos puntos importantes del oficio divino. Pudimos presenciar estos dos últimos momentos del día, conjuntamente con los verdaderos cantos gregorianos de los pocos monjes que hacen su vida en este monasterio.
Al terminar, estaba contento y feliz mi alma por haber escuchado tan angelicales cantos; procedimos a comprarle café cultivado por los monjes, de la mantequilla de maní elaborada por ellos. Regresamos a Mérida sabiendo que tenemos dos maravillas de los recintos sagrados de los monjes benedictinos en Venezuela.
Fotos y Contenidos de mi autoría.
Respaldo el presente artículo con mi asignación
AMAZING looking building!
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