Relato Corto: Tambores de medianoche. Parte 2

Buenas, amigos Steemians. Hoy voy a darle continuidad a uno de los relatos que tengo algo olvidado... hasta hoy. Disfruten, espero que sea de su agrado y de antemano agradezco el tiempo que le vayan a invertir leyendo este relato.

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El hombre encapuchado me miró fijamente, luego de haber dejado de reír. Su mirada, roja como la sangre derramada bajo sus pies, penetraba mi alma. Sentía el fuego y la angustia en sus ojos, como si se tratara de una fogata que quemara mis entrañas poco a poco.

Me di cuenta que mis vecinos habían huído. Estaba solo, frente al sujeto que ya no parecía humano. Quise correr, pero algo me impedía hacerlo: tal vez el miedo o una ira ajena a mi situación, que dominaba mi juicio. No sabría decir qué me motivaba a quedarme, pero sin duda las intenciones asesinas crecían dentro de mí. Insólito.

Antes de darme cuenta, nuevamente escuchaba los tambores, esos mismos que me despertaron no hace mucho y que me llevaron hasta aquí. Ahora sabía que cada golpe del "tambor" era en realidad uno de los subordinados del encapuchado, que habían muerto al golpear irracionalmente el suelo pavimentado del sótano del edifcio.

El misterioso hombre se acercaba, y eso sólo aumentaba el ruido de los tambores. Una neblina cruzó por mis ojos, densa y gris. Poco a poco iba perdiendo la visión, a medida que el sujeto se me acercaba. Ya cuando todo se puso negro, sentí el frío toque de su mano sobre mi cuello: me estaba estrangulando.

Su risa apareció una vez más, como un estruendo en ecos que apenas sobresalían por encima de los tambores. El ruido carecía ya de sentido alguno, sólo golpes y risas con un rítmo desincronizado. Ni siquiera luchaba por liberarme del sujeto, mientras sentía que la vida se me escapaba a falta de una bocanada de aire.

Mis sentidos regresaron cuando escuché el primer disparo: un anciano, vecino de los pisos de arriba, había llegado a mi rescate con su pistola. Los disparos fueron certeros, pero ninguno penetraba la piel del encapuchado, como si su piel fuera algo más dura que el acero. Sólo recuerdo los cómics y películas de personas así, inmunes a los disparos. Nunca me imaginé toparme con uno.

Sin embargo, una vez liberado del estrangulamiento, noté algo distinto: un hilo de humo amarillo brotaba de la capucha de mi atacante, mientras éste se dirigía al anciano, que yacía paralizado de miedo al ver que su arma no surtía efecto. ¡Monstruo! chillaba.

Repentinamente me hallé a mí mismo atacando al sujeto. Con un golpe por la nuca llamé su atención, y luego lo tumbé para golpearlo con furia. Mis golpes a su rostro hacían rima con cada tambor que escuchaba en mi cabeza. Me sentía ajeno a mí mismo, como si mirara lo que ocurriera desde otro lado.

Todo acabó cuando el hombre me golpeó muy fuerte en el estómago. Caí desmayado, con la última visión de un hombre muy golpeado y ensangrentado que se alejaba de mí, como si de pronto tuviese miedo.

Solamente cuando me desperté en una cama del hospital a la mañana siguiente, fue que supe que todo había cambiado. Por alguna extraña razón, todavía escuchaba los tambores en mi cabeza, aunque sonaban tan lejanos ahora.

Estaba confundido, y quería respuestas. No se me ocurrió otra solución, que buscar al hombre encapuchado. Sabía, muy dentro de mí, que ese sujeto sabría la verdad.

Bueno, eso fue todo. Un relato muy accidentado, tenía algo más planeado pero esto me nació de repente y decidí escribirlo así como iba imaginando.

Si les gustó, espero traer el próximo capítulo, tal vez sea la última parte. No lo sé, eso está por verse. De momento dejo la primera parte:

Relato Corto: Tambores de medianoche. Parte 1

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