Ana Figuera, madre de Dylan, expone que el mismo día que su hijo fue presentado a los tribunales de control de menores, fue emitida una libertad bajo fianza, pero no fue puesto en libertad, y un mes después se libró una boleta de excarcelación que no a tenido aplicación por parte de los efectivos, al ser trasladado el caso a otro tribunal. Lo cierto es que ahora la carpeta del expediente de Dylan desapareció sin rastro alguno, eso implica que sus padres deben recopilar de nuevo toda la documentación, engorrosa de por si por la situación penosa y deshonrosa en la cual trabaja el sistema judicial del país para atender cualquier tipo de caso procesal.

Esta es la historia de tan solo uno de los tantos adolescentes que se atrevieron a participar en la ola de protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro en el primer semestre del año 2017. La misma Ley de Protección al Niño y Adolescente venezolana (LOPNA), ampara a los niños, niñas y adolescentes como sujetos de derecho, gozando de plena libertad para expresarse.

Lo mas indignante de todo es que, a Dylan ni siquiera lo detuvieron protestando, apenas gozaba de 15 años de edad cuando fue arrestado en una emboscada organizada por la misma policía política, cuando estos utilizaron una coartada a través de una amiga, detenida por cierto, que lo citó a verse con ella en una estación del Metro de Caracas, en la madrugada del 14 de enero de 2018.

A raíz de la protesta generalizada de los detenidos en El Helicoide el pasado me mayo, y estos tuvieron la posibilidad a través de dispositivos móviles mostrarle al mundo el riesgo de una intervención por grupos de seguridad para hacerse del control del penal, ya que estos alegaban un motín que no existía según los mismos detenidos, muchos de ellos por razones políticas, se dio a conocer que en medio de esta población carcelaria estaban estos niños, hoy desplomados psicológicamente en las mazmorras del SEBIN, para no ser ya los mismos muchachos que soñaban con un futuro, para vivir con un hueco en el alma debido a las páginas arrancadas violentamente de sus esbirros, que condenaron los últimos años de su adolescencia.