El campo por naturaleza es la fuente donde nace el sustento diario para cada hombre y cada mujer. Todo lo que allí se siembra y se cría, termina en la mesa de millones de seres humanos para su alimentación.

Este rostro poco común en las fotografías que realizó, resultó ser el producto de un trabajo periodístico hecho al occidente de Venezuela, específicamente en Machiques de Perijá, una región ubicada al pie de monte de la sierra de Perijá, en el extremo suroeste del estado Zulia, frontera con Colombia.

Este es un novillo del conocido rebaño “mosaico perijanero”, especie animal bovina que no llega a ser reconocida a nivel mundial como raza, por no cumplir con los estándares internacionales para tal reconcomiento. El “mosaico perjanero”, es una mezcla de razas taurinas europeas, como la Holstein, Jersey y Pardo Suizo (que aportan la característica de ser razas de alta producción lechera) y la raza cebú, proveniente de África y Asia (que aportan la característica cárnica de la especie, además de otorgarle resistencia al clima tropical árido de la zona).

Para la explotación bovina de la región y la nación, este cruce de razas es el resultado de distintos planes de agricultura, promovido por el Estado venezolano en los años 70, 80 y 90, para impulsar la cría de un ganado doble propósito que brindara los rubros leche y carne en una misma producción, para el mejor aprovechamiento de la explotación de alimentos a base de origen animal.

Hoy en día este tipo de políticas agropecuarias, junto a otras que estimularon a muchos productores ganaderos venezolanos a largo del tiempo, hasta tres y cuatro generaciones, a la cría del ganado en esta región del país se redujeron a lo más mínimo, donde el principal inconveniente es la expropiación de propiedades “ociosas o no producidas”, o sino la demarcación de tierras ancestrales a pueblos indígenas originarios, que no están habituados a este tipo de producción por extensión.

El ganado doble propósito, conocido hoy en día como “mosaico perijanero”, ha sido sin lugar a duda la mezcla de razas bovinas que en sus mejores tiempos logró alcanzar el 40% de la producción láctea para todo el país, así como gran parte de los productos cárnicos que se consumían en sus distintas presentaciones, con calidad de exportación y el sello “Hecho en Venezuela”.