Comparto contigo esto que escribí algún tiempo atrás, y lo titulé "Pobre Petroleo":
Pobre petróleo utilizado para callar el canto sencillo en el corazón de los venezolanos, para cerrar sus ojos amenazados por el sueño y la fatiga de la esperanza sin frutos, como el arrullo de los cantos de sirena.
Utilizado para alargar caprichos de 14 años, para hacer pensar que el vasallaje al imperio sin cara, es peor que el vasallaje al imperialista de adentro con cara bien marcada.
Pobre petróleo que te volvieron salvoconducto para el gesto iracundo, para la ofensa, para el secuestro de las fuerzas de los ciudadanos, para imponerle lo que tienen que buscar en la vida, rezarle a Dios y anhelar en la intimidad.
Pero hay millones con una misma sangre y un mismo latido, dispuestos a no cambiar la resignación por el sudor, y jamás preguntarnos quién es el amo.
Pobre petróleo que sin querer te hicieron cambiar ríos resonantes por inertes soledades, por ir a celebrar desfiles de heroísmos calenturientos.
Si fuera idealismo lo entendería, pero es más bien vago incienso, trazos de pinceles aguados y licor en fiesta. Por eso no dudo que los promotores se entierren en sus propias fosas.
Pobre petróleo que no te dejaron echar raíces por lo que se frustra tu anhelo de dar frutos.
Los venezolanos revivimos la esperanza, pero queremos todos empujar el mismo barco, si no todo cambio habrá sido en vano; si no, es imposible emprender el camino largo y arduo que nos han dejado; como imposible también será hacer que el petróleo sea más rama que aves y más beso que suspiros.