“El Geósofo”

Un geósofo es quien siente los latidos del corazón de la tierra, aunque no sea perfecta, la ama y la contempla como quien se desvela por una doncella, es el filósofo del planeta, quien piensa para dar respuesta a las problemáticas de nuestro esfera; no es solo quien sabe de geografía o de geología, es quién puede palpar la piel de la superficie terrestre y acariciarla para enlazarla a su alma; un geósofo no es solo quien gradúa de geógrafo, sino aquel campesino que sin saber definir que es la climatología se asoma a ver la luna y predecir sí lloverá. La geosofía no es una ciencia, es una teofanía, una revelación de la creación, es una revelación divina de la naturaleza, que te permite estudiarla e interpretarla sin abusar de ella; es saber que venimos del polvo y por lo tanto somos parte de la tierra.

He escuchado la voz de la tierra y he podido conversar con ella, en medio de una sabana o una selva, entre el médano y el páramo, en lo bajo y en lo alto siempre la estoy escuchando para escribir estas líneas y aquel que las lea, pueda seguir el sendero que un río ha trazado, tomando los sedimentos del presente y del pasado.