Desde pequeños nos formamos una identidad en función con lo que nos dijeron nuestros padres y demás seres queridos, máscaras que se fueron fortaleciendo con lo que marcaba el entorno.
Es entonces cuando confundimos la esencia del SER y creamos imágenes falsas como: ese niño es travieso, esa persona es rabiosa, ella es tan buena, entre otras. Una danza de conductas y atributos que pueden variar de acuerdo a una circunstancia, compañía o emoción. ¿Pero realmente somos una emoción?, ¿nos puede definir una conducta?.
Si miramos un poquito más las máscaras no son buenas ni malas, son solo mecanismos de defensa con los que aprendemos a encarar nuestra vida. La célebre frase "es que yo soy así" revela solo una percepción tal vez equivocada que tenemos de nosotros mismos. La buena noticia es que se puede cambiar.
Gracias a mi siempre admirada maestra Diry Navas por los descubrimientos que pude hacer sobre este tema en la Formación de Metaprogramas.
Entonces, ¿quién eres?.
