Amables moradores de Steemit, acá dejo un texto que hice para desahogar la desesperanza. Apareció originalmente en http://udistasns.blogspot.com/2012/01/textos-lo-frankenstein.htmlen. Espero les agrade.
. Esta fotografía la hice yo también.
Una mañana de noviembre me dispuse, como de costumbre, para una jornada de revisión de trabajos y exámenes de mis estudiantes. Delante de mí un gran fajo de hojas rayadas, apretujadas de letras trazadas en diversos modelos caligráficos, en donde supuse encontraría ideas, conceptos y posturas filosóficas interesantes sobre un tema que me apasiona: La Educación. Era el primer paquete de trabajos producidos por mis estudiantes de la sección de Principios Generales de Educación que me correspondía administrar en el recién comenzado semestre. Con cautela fui revisando cada trabajo, encontré -para mi decepción- las mismas palabras e ideas repetidas hasta la saciedad, mal redactadas, incoherentes, provistas de esa frialdad propia de las palabras ajenas que en un momento pretendemos hacer nuestras. De pronto, en la décimosegunda hoja de ensayo que leía, pude apreciar unos niveles de lenguaje y redacción bastante aceptables, cosa poco común últimamente en los primeros niveles de educación universitaria, me asaltaron las dudas, pero seguí leyendo; repentinamente un cambio en el estilo de redacción saltó a la vista y luego otro. Termino la lectura y vuelvo a dudar: ahora mi mano se detiene justo antes de colocar la nota. Aparto aquel trabajo para calificarlo después.
Continúo en mi faena. Cinco o seis trabajos más y el discurso en un nuevo remedo de ensayo me resulta conocido. Vuelvo mi atención a aquel trabajo que antes había apartado del fajo, comparo: ¡Las mismas palabras! Voy raudo hasta la computadora, tecleo el encabezado en un explorador de internet y en la pantalla aparece el texto íntegro, el mismo de los trabajos presentados por mis estudiantes (a la postre resultaron ser cinco) que en una frenética y burda operación de ‘corte y pega’ intentaron dar vida a un discurso, sin orden ni coherencia y que cual monstruo de frankenstein se revirtió en contra de sus creadores.
El «fenómeno frankenstein» pareciera cobrar vida nuevamente y en pleno Siglo XXI. No se trata esta vez del aborrecible intento de dar vida a seres antropomórficos, constituidos con despojos de cadáveres como lo hizo el sombrío personaje de la novela de Mary Shelley (1818); tampoco son los ‘cadáveres exquisitos’ surrealistas del Siglo XX, interesante técnica de creación literaria colectiva, donde muchas manos escriben algo con intención poética. No. El fenómeno «frankenstein» en este caso se ha apropiado irracionalmente de otras dimensiones: la academia y la investigación. Una tendencia que va cobrando vida de manera desmedidas incluso en sociedades de rancia tradición académica.
El «fenómeno frankenstein», por dar una denominación con sentido gráfico de lo que representa el episodio supra descrito, es la práctica irresponsable de plagiar y armar textos a partir de los retazos de textos de otros autores y presentarlos como propios, hoy una práctica habitual; irrefrenable realidad en el ámbito universitario, convertida además en un negocio de pingües ganancias. Muchos de los trabajos que llegan a nuestras manos son el resultado del ‘corte y pega’ de otros textos, en su mayoría hijos ilustres del plagio en la web: wikipedia, elrincondelvago, monografias.com, etcétera. Abarca el fenómeno frankenstein desde malos hábitos de estudio, disposición para delinquir, falsa autoría, incompetencia para la investigación, hasta solapamiento de plagio, amparado en la mediocridad académica y la negligencia; es actitud común de muchos estudiantes con la anuencia discreta del profesor. Y como reza el viejo refrán: “No es culpable el ciego sino quien le da el garrote”.
Los inventos de Víctor Frankenstein y sus trágicos resultados, narrados en la obra de Shelley, parece que no tuvieron mayor trascendencia en la vida cotidiana de la sociedad de la época, más allá del morbo, las críticas literarias y unas cuantas versiones cinematográficas de la criatura demoníaca en épocas posteriores. No obstante, lo que hoy representa el referido «fenómeno frankenstein» para el desarrollo académico y cultural de las nuevas generaciones de profesionales, raya en la mediocridad y el descalabro ético y moral.
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Me gusto mucho.
Saludos!
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Siempre que lo leo me veo a mí mismo corrigiendo. Muy bueno, de verdad.
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