La vida están triste, tanto esfuerzo y poco orgullo, cuyo lugar yacía en el pozo más profundo. Mary Shelley no lo soportaba estar atrapada en el mismo y deplorable pozo sin ninguna salida, encerrada en una fortaleza rocosa engullida por la oscuridad de una prisión que el mismísimo diablo no hubiera creado con tanta perfección, ¿por qué a ella le tocaba vivir tal tormento? Las noches eran frías y los días fatídicos, además de que no paraba de llorar; en cuestión el mundo habían sido muy injusto con la pobre Mary Shelley. La humedad consumía el lodo asqueroso y opresor del pozo, su visión se adaptaba a la oscuridad en las noches eternas, Mary no soportaba la estancia en aquel lugar, es una mujer desorientada y estaba asustada por la inquietud de su encierro. Lo único que tenía además de su ropa revolcada en la suciedad de los días, era un reloj de bolsillo que no ayudaba más que al desconcertante sonar de las manecillas tic-tac-tic-tac ese sonar no la dejaba dormir, sin embargo no conciliaba el sueño días antes del descubrimiento del reloj.
Un juego la había llevado a un tropiezo y este a una terrible desdicha. Llevándola donde ahora se encuentra en una prisión llena de sus propias penurias y la locura que la engullía sin remordimiento alguno, dejando así que su alma fuese arrancada de su cuerpo por sus propios demonios.
Mary estaba tan cueca como el pozo en que permanecía, no tenía a nadie con quien conversar y disfrutar sobre los deleites de la vida, para esta la vida era amarga y llenas de errores que había cometido a través de sus años, odiaba estar en ese maldito pozo le recordaba lo miserable y poca cosa que era su existencia. Desvariaba en pensamientos melancólicos su cabeza se llenaba de retorcidas ideas de cómo acabar con su vida antes de que el pozo lo hiciera de la forma más lenta y terrible posible, sin alimentos ni agua duraría muy poco, sin embargo su muerte seria lenta y dolorosa, ya que su salud mental la empujo a su subconsciente haciéndola caer en una realidad alternativa, a veces hablaba consigo misma y otras creía que su condición era solo una terrible pesadilla. De vez cada cierto tiempo soñaba con una pradera hermosa y jardines llenos de rosa, que la desprendían de sus ataduras terrenales.
Al despertar solo deseaba la muerte.
Una noche tuvo una crisis existencial provocada por la deshidratación de su cuerpo maltratado, de pronto se materializo una mujer, era su vivo reflejo su subconsciente le jugaba una trampa mortal.
Desde el otro extremo comenzó hablar la mujer.
-¿Cómo has estado Shelley?
Mary frunció el ceño al responder.
-No te entiendo ¿A qué viene esa pregunta? O es que acaso no has visto en las condiciones que me encuentro. Hace algún tiempo que esto privada de la vida- dijo Mary.
-Cuantas veces caeremos en las mismas, ¡te lo he dicho tal pozo no existe!-dijo la mujer.
-Vale, muy bien entonces ¿Dónde me encuentro?- dijo Mary rascándose el hombro izquierdo.
-Arkaham Asylum- Fue la respuesta de la mujer.
La mujer no le aparto la vista de encima, mientras el silencio se adueñaba del lugar.
Mary se sintió extrañada he inquieta, por su mirar y la respuesta de aquella mujer.
-Sabe sé que hay algo malo en mi cabeza, pero estoy en un pozo-dijo Mary con convicción.
-¿Qué tal? Si te digo que estas condiciones no son más que un producto de tu imaginación por un mero trauma de la infancia a la edad de 8 años y estar a punto de morir ahogada a no ser que fuiste rescatada, este lugar no es más que un recuerdo ocurrido hace mucho tiempo. Solo piensa en la granja…
La mujer fue interrumpida.
-¡Vasta maldición! Eso no es cierto todo esto es real y eso lo sé, no eres más que un producto de mi imaginación- dijo Mary exaltada.
-¡Shelley! Cada quien ve lo que quiere ver- dijo la mujer.
-¿Sabes una cosa? No quiero que pronuncies mi apellido otra vez o te rompo la cara- dijo Mary con cólera.
La mujer estiro su mano e inclino su cabeza de forma afirmativa.
-Está bien Mary, solo toma mi mano y veras la realidad- dijo la mujer.
Mary suspiro y pensó: ¿tal vez sea un demonio? De seguro a llegado mi hora y la verdad con franqueza, el infierno no suena tan mal a comparación con este pozo.
-Vale te sigo- dijo Mary con un poco de preocupación.
Las dos mujeres estrecharon sus manos.
Todo a su alrededor comenzó a tomar la forma de una habitación, con una cama en la cual yacía recostada, todo era fundido en un color blanco y la mujer ahora era una clase de hombre con corbata, además con una de sus manos sostenía la de Mary y con la otra el reloj con su insoportable sonar.
Mary al sentirse desconcertada aparto su mano del hombre.
-¿Quién es usted?- pregunto Mary asustada.
En la expresión del hombre se lograba visualizar una sonrisa de orgullo.
-Vaya que creí que estaba perdida señorita Shelley, ¿quién soy yo? Debería de usted saberlo, hace algunos unos años que he tratado su condición, pero por si no lo recuerda soy el Sr Bernard Lown su psiquiatra e hipnotista, porque cree que tengo este reloj no es solo para ver la hora- dijo Sr Bernard estirando el reloj a su paciente.
Mary lo miro, pero se alejó volviéndose un ovillo en la cama.
-No me toque por favor- dijo Mary.
-Calma señorita Shelley no le are daño alguno, más bien quiero ayudarla, es la primera vez que hablamos sin que toque el tema de un pozo- dijo Sr Bernard preocupado.
-¿Qué es exactamente lo que hace doctor?- pregunto Mary recomponiéndose y tomando asiento en la cama.
-No soy un… pero sabes olvídalo, pero si quieres sabes te lo diré con gusto, hace algún tiempo que la estoy tratado de un trastorno mental causado por un trauma de la infancia según de lo que usted misma me ha dicho, fue ocasionado a la edad de 8 años en la granja de su padre cuando jugaba al borde de un pozo y tuvo un pequeño inconveniente al caer sufrió una fuerte contusión, fue rescatada en menos de 24 horas antes de que se ahogara, pero el trauma de aquel trágico día la perseguiría el resto de su vida provocando que su cabeza se dividiera en un recuerdo vivido que se adhiriera a la realidad y los somníferos para una niña de 8 años no son nada buenos…
Sr Bernard fue interrumpido.
-¡Usted no me conoce!- dijo Mary antes de saltar encima de Sr Bernard.
Bernard sorprendido se cubrió con el brazo derecho antes de que Mary le clavara sus uñas en la cara, provocando que este gimiera un poco y luego con el peso de su contrincante que cayera al suelo, después con dedos rápidos y agarre fuerte su paciente pudo tomar su corbata y comenzó a estrangularlo con las manos, pero Bernard reacciono lo suficientemente rápido para utilizar sus manos y tomar las muñecas de su paciente y evitar que su fuerza fuera mayor.
Mary comenzó a gritar.
-¡NO SABE LO QUE HE HECHO, MERESCO LA MUERTE!- dijo Mary agritos sin parar de estrangular al Sr Bernard.
Bernard empezaba a cambiar de un color rosado a un morado claro y un azul preocupante, pero algo le inquietaba en su agonía, al parecer la señorita Mary tenía una fuerza descomunal, aunque la estuviera tomando por las muñecas, así que pensó en golpearla pero esto iba en contra de las reglas, tomando así la alternativa que con tanto esfuerzo había desarrollado hace varios años, ya que su adrenalina era feroz y no podría mover la corbata por que le destrozaría el cuello por la presión; con sus últimos suspiros de oxigeno dijo fuerte y claro una frase antes de que la bestia, que tenía como paciente le expulsara el poco aire que tenían sus pulmones provocando que estallaran como bombas nucleares, se odiaría por eso, pero algo tenía que hacer por su vida: ¡Usted está sumergida!
Mary al escuchar aquella frase se estremeció y todo a su alrededor comenzó a cambiar, estaba de nuevo en el pozo, sin embargo esta vez las paredes la aplastaban y el agua le atravesaba la nariz llegando a sus pulmones teniendo un sentimiento de claustrofobia. Sabía que nada de esto era real pero prefería estar en un sueño lucido, que afrontar su miserable realidad.
El Sr Bernard omitió una parte importante de su relato, una vez fue sacada del pozo cayo en analgésicos y somníferos para oprimir su trauma, sin embargo siempre se encuentran los efectos secundarios, a sus 8 años alucinaba con monstruos y sin pensarlo un día tomo un cuchillo de caza, luego apuñalo a su padre múltiples creyendo que era una clase de criatura nocturna.
La salvaron del pozo, sin embargo ¿a qué precio? Provocando la muerte del ser querido que más amaba en el mudo su padre: Eward Shelley.
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