El destino y sus cosas

Una tarde igual de monótona a todas las anteriores, nuestra protagonista se dirigía a una tienda de comestibles aprovechando su rato libre en el trabajo.

Mientras hacía la fila para pagar, el chico que estaba delante de ella se volteó y la comenzó a saludar de forma muy animada. Shely se asusta de momento y le responde el saludo por inercia a aquel hombre muy bien parecido y por arte de magia recordó quien era.
Resulta que ese hombre tenía nombre, y era Ryan.
Ryan estudió con Shely en la universidad, pero lo más asombroso de todo, es que Ryan fue el amor platónico de Shely cuando eran compañeros de curso, pero para Shely él nunca mostró mucho interés en ella en aquellos días y vió aquella posibilidad de amor entre los dos esfumarse en el aire.

Aquellos dos viejos conocidos comenzaron a platicar en aquel mostrador, Ryan le dice:

-Disculpa por no tenerte entre mis contactos de celular, soy un descuidado.

A lo que Shely sonríe y contesta:

-Tranquilo mi buen amigo, no te culpo. A veces yo misma hago que las personas se alejen de mí.

Esto causó un poco de confusión en Ryan y cuando decide preguntarle sobre lo que dijo justo sonó su celular y la llamada ameritaba que tenía que irse rápidamente.
Ryan decidió despedirse de ella con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla y Shely de inmediato sintió un “click” con ese gesto.
Por unos segundos su mundo se paralizó y un cosquilleo invadió todo su cuerpo. Ryan solo dio tres pasos y decidió darse vuelta y decirle a Shely:

-¿Quieres un café?, necesito decirte que no voy a seguir formando parte de esas personas que se alejan de tu vida.

Lo que Shely ignoraba era que Ryan también estuvo enamorada de ella por mucho tiempo, pero la inmadurez de la edad nunca le permitió decirle nada.
Decidieron salir al café que estaba a una cuadra de allí y se sentaron a platicar sobre lo que ahora hacían cada uno con sus vidas. Para mayor casualidad ambos trabajaban muy cerca, a solo unos minutos de distancia, por lo que acordaron ir a ese café a charlar todos los jueves a la hora de descanso del trabajo.
Pasaron las semanas y cada vez esas platicas se hacían más amenas y ya solo los jueves no eran suficientes para verse, por lo que Ryan invita a Shely a salir a cenar y después a tomarse unos tragos.
Shely no podía esconder su felicidad y sus mejillas sonrojadas lo dejaban saber.
Esa noche Shely se puso despampanante y espera ansiosa a que Ryan pase por ella para ir al sitio donde la invitó.
Cuando él llega le pone una venda en los ojos y todo el trayecto fue secreto para Shely hasta que llegaron al lugar, el mismo Ryan mientras sostenía su mano la iba guiando hasta el gran destino. Cuando decide quitarle la venda Shely puede observar como Ryan había reservado todo el restaurante para ellos dos, había pétalos de rosas por el piso y una mesa alumbrada con la luz de las velas.
Ambos se sientan a comer y justo cuando viene el postre Ryan la toma de las manos y mirándola fijamente a los ojos le pregunta:

-Shely, quieres ser mi novia?

Ella sonríe bajando la mirada y le responde:

-Esperé por esa pregunta desde el primer día que te conocí.

FUENTE

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