Autoestima (I)

Comúnmente entendemos por autoestima el aprecio o valoración que una persona tiene de sí misma. Si descomponemos el término: Auto (por sí mismo) Estima (valoración, aprecio) dicho significado tiene sentido. Pero quisiera destacar sus causas, efectos y abordajes.
Ninguna persona nace con una estimación propia. Tal estimación, concepto o apreciación será en gran medida el producto de miles, millones de mensajes que se reciben de terceras personas, en especial aquellos que ejercen labores de crianza y cuidado. Este detalle convierte a la autoestima en sus primeros momentos o etapas en Heteroestima: estimación que proviene de las definiciones que terceros hacen sobre una persona.
¿Quiero decir que aquello que creemos de nosotros mismos es una especie de identidad prestada? Si, en gran medida. Indudablemente, esa enorme cantidad de mensajes recibidos se convierten en parte de la identidad de cada uno y tendrán un peso importantísimo en el sentir, pensar y hacer referido a si mismo de cada individuo.
¿Merecen en conjunto el nombre de autoestima? En mi opinión no, mientras no hayan sido revisados cuidadosamente y se haya decidido acerca de cada mensaje. Si después de un minucioso y emocionante paseo por esos primeros años de vida, decides “soltar”, “abandonar” o “renunciar” a algunas definiciones que otros hicieron de ti; si también optas por “quedarte”, “aceptar” o “apropiarte” de otras definiciones que consideras beneficiosas, entonces estás decidiendo acerca de tu identidad, en torno a ti mismo y ello sí merece el nombre de Autoestima.
Habrás transitado de la Heteroestima a la Autoestima. Es una tarea que toda persona debe hacer. Debido a las intensas emociones que puede movilizar, recomiendo que sea en compañía de un profesional de la Psicología.