IV (1)
Así fueron pasando lentamente los años. Sin lujos, pero sin faltas en el orden de lo básico para vivir decentemente, y con mucha diligencia, ambas fueron construyendo una relación filial, al punto en que María le decía “Mamá” a Doña Josefina, y esta se refería a María como “Hijita”, vivían con armonía el día a día, sin problemas trascendentales.
María quiso comenzar a estudiar, impulsada por Doña Josefa, pero una tóxica mezcla entre mala pedagogía ofrecida por una institución casi olvidada por los garantes del derecho a la educación en su país, Venezuela, la intolerancia al fracaso y una lentitud parsimoniosa para aprender al adquirir conceptos básicos, redujeron la mente de María a un vocabulario básico de 600 palabras, cuya mitad estaba compuesta por modismos pueblerinos, sin mayor entendimiento de las cosas que el mínimo necesario, incapaz de analizar a profundidad y de poder ejercer la libertad que otorga el libre pensar, el conocimiento y la inteligencia. Una mujer que, aunque de corazón noble y trabajadora, profundamente nesciente e ignorante de su propia ignorancia, manipulable e incapaz.
7 años de cambios después, al pequeño pueblo de Paija llegó un invento de la modernidad, el periódico, que si bien ya tenía décadas circulando en la gran ciudad, jamás habían llegado a las remotas tierras del pueblo de Paija. Llegó de forma inadvertida, como cualquier novedad, y a cuenta gotas se fue integrando a la cotidianidad pueblerina.
Una tarde cualquiera cuando María se pasó por el abasto de siempre para comprar su café molido que no podía faltar en las mañanas, leyó un título interesante en el diario que dejó el señor de la tienda en la vitrina “Prospera la ciudad, hay vida en la capital”.
-Señor Joaquín ¿Me regala este papel? - Dijo señalando el diario.
-Claro, claro, llévatelo, ese ya todas formas ya me lo leí, pero eso no es un papel, es un periódico. -
-Gracias señor Joaquín- Agarró el periódico junto a sus compras y se devolvió a su casa.
Finalizada la jornada laboral de ese día lavando ropa, y habiendo descansado un rato, se dedicó a leer detenidamente lo que decía el periódico “Más trabajo que nunca” “Reforma laboral garantiza salarios dignos” “Jornada laboral fijada en 8 horas”, títulos que engatusaron su atención y despertaron en ella el interés, después de leer por poco más de dos horas el contenido impreso, empezó a reflexionar, hasta llegar a acariciar una idea que jamás había considerado, migrar a la gran ciudad para prosperar, Caracas era el sueño, las tintas impresas por las rotativas idealizaban una capital llena de oportunidades de crecimiento y vida.
-Mami, mira lo que dice aquí- Dijo mostrando los titulares laborales –Se vive mejor en la gran ciudad-.
-Déjate de tonterías María, ya yo estoy muy vieja como para estar yendo a ningún lado, aquí no tendremos mucho pero no nos falta nada-.
-Pero lee aquí, allá podemos estar mejor-
Misia Reinalda sentó a María junto a ella –Mijita… Quiero que me escuches muy bien y abras esas orejitas que tienes. Yo te apoyaré en lo que tú quieras decidir y hacer, total muchacha, usted si está joven, pero esta que está aquí, aquí se queda hasta que Dios mande, yo estoy muy vieja para irme a pasar trabajo a otro lugar, pero que no te quede ni la menor duda de que yo te voy a apoyar con todo lo que pueda, porque eres mi hija, y yo te amo- Sentenció Doña Josefa.
María se quedó viéndola a la cara, bajó suavemente la mirada, y le dio un beso y un fuerte abrazo.
-Está bien... Gracias mami-
Interesante cuento. Tengo que leerlo desde el principio y con calma. Éxito.
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