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-¿Soy una especie de héroe?- se preguntó Rony contemplando el horizonte y se tocó el collar.

“No, no lo eres” le contestó una voz vieja y rugosa.

Rony ya la había oído antes, cuando recupero el control de su yo interno escuchó a esa voz darle instrucciones que lograron volverlo humano de nuevo.

-¿Quién eres?- formuló en voz alta, se sentía estúpido hablándole en medio de un risco a una voz que escuchaba en su cabeza.

“Yo soy Tepeyollotl el dios de las montañas y los ecos” resonó la voz del más allá.

Nunca había escuchado de semejante dios. Si conocía los griegos y algunos egipcios, pero ese no tenía ni la más remota idea de donde era.!

“Soy un dios azteca de categoría menor” señaló.

Se sentía asustado y confundido, pensaba que había sido la ira el factor que lo llevo a convertirse en ese hombre jaguar todo salvaje. Tuvo una vaga idea que en algún momento fue mordido por un jaguar, algo así como un licántropo.

“La ira si fue el detonante de convertirte, pero no eres un héroe” explicó el dios. “Siento en todo tu cuerpo oscuridad. Hay bondad, pero también oscuridad y eso un héroe nunca lo tiene”

-Soy un héroe- gruñó Rony estaba decidido a sacarle beneficios a ese poder.

De improvisto los pies de Rony se movieron al vacío del acantilado y sin que nada lo pudiera detener se lanzó. Comenzó a gritar totalmente asustado, iba a morir al estrellarse contra el arrecife. Casi podía oír de cerca las olas chocar contra las rocas mientras el viento zumbaba a su alrededor.

“NO ERES UN HEROE PARA NADA” gritó el dios haciendo oír entre los gritos de Rony.

Ese recordatorio hizo hervir la sangre del muchacho y sin esperárselo inicio la transformación.
Los músculos se tonificaron, el pelaje brilloso brotó mágicamente y sus sentidos se agudizaron. Sintió como le crecían las uñas hasta volverse garras, así como el surgimiento de sus colmillos.

Finalmente se estrelló contra los arrecifes, las piedras que lo recibieron se habían quebrado totalmente.

Como un gato había caído Rony, estaba de pie totalmente mojado por el salpicar de las olas y notaba el pelaje pegado a su piel. Sino fuera porque estaba furioso le hubiera parecido extraño.
El pecho se movía rítmicamente demostrando su agitación interna, sin previo aviso el jaguar comenzó a subir el acantilado con rapidez.

La mente de Rony se estaba perdiendo en la vorágine de emociones que lo alteraban.

Cuando una piedra se desprendía e iba a caer el jaguar saltaba con enorme fuerza desplazando con una maestría por entre las rocas.

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