El silencio. Una oportunidad que no debemos desaprovechar.

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Muchas veces las mejores palabras son aquellas que no se dicen. En ocasiones, guardar silencio es una oportunidad que no debemos perder.

La fuerza de lo que decimos es como un río crecido, que lleva entre sus aguas lo que está a su paso. Y recuperar el paisaje toma su tiempo. Cuando expresamos lo que sentimos y pensamos, debemos estar consciente que junto a ello hay que asumir las consecuencias que genera. Si no estamos dispuestos a hacerlo, lo mejor seria CALLAR.

Muchos de los sentimientos de rencor, ira, odio, tristeza, etc, nacen por palabras que se dicen y que no deben ser dichas. Las personas asumimos que la rabia es la mejor oportunidad para decir aquello que por tiempo hemos querido expresar; sin embargo la verdad es otra. Cuando nos dejamos llevar por situaciones difíciles, generamos situaciones más difíciles aún.

En las relaciones de pareja suelen darse casos de infelicidad y rupturas, más por cosas que se dijeron que por aquellas que se callaron. No es correcto ofender, agredir o humillar a personas con las que nos relacionamos y pretender seguir con un vinculo armonioso. Existen cosas, que si eres capaz de decirlas, es porque estas consciente que no quieres seguir llevando a cabo esa relación; sea del tipo que sea. Jamas debes asumir que todas tus palabras deben ser disculpadas o perdonadas. Nadie está obligado a tolerar lo que no quiere tolerar. De este principio debe partir toda relación humana.

EL SILENCIO COMO HERRAMIENTA PARA GESTAR UN CAMBIO POSITIVO.

El silencio no solo sirve para evitar herir a otros, o para precaver problemas a nosotros mismos, sino que también puede ser utilizado para alcanzar paz y armonía en nuestras vidas. Es el silencio una excelente herramienta para enriquecer nuestra vida interior. Cuando caemos en situaciones de estrés o ansiedad, por ejemplo, unos minutos de sosiego siempre son la mejor opción. Es necesario parar un momento, y comenzar a ponernos más en contacto con la calma.

Reconozco que hoy en día no es tarea fácil, y mucho menos en nuestra VENEZUELA actual. Pero bajarle dos no es misión imposible. Tomemos en cuenta que nuestro sosiego no tiene precio. Ni todo el oro del mundo debe darle un costo a nuestra tranquilidad. He aprendido a los golpes que cuando las palabras no son mejor que el silencio, lo adecuado es no decirlas. Y vaya que me a costado golpes, pues soy de mucho hablar, jajajajaja.

Mientras más silencio tiene el alma, mas tranquilidad tiene la mente.

Romel Córdova.