El aroma del café nos despierta con una invitación a descubrir en el servicio el lugar que buscamos. Saborear con alegría y entusiasmo cada trago, disfrutar con la sencillez e ingenuidad de los niños el placer de hacer el bien, desde el último lugar, donde debemos estar siempre dispuestos a practicar la lección que nos enseñaste: el poder transformado en servicio.
Te corona el dolor de los inocentes, te acompañan los desheredados, frágiles, los de corazón justo, todo aquel que se sabe fuerte en la debilidad; tu poder no compra ni pisa, no mata ni obliga, tan solo ama. Te viste la dignidad de la justicia y cubre tu desnudez la misericordia.
Seremos servidores si damos sin medida, si miramos con ojos limpios, dispuestos con coraje para luchar y paciencia para esperar. Necesitamos tu amor y gracia, eso nos basta; para mantenernos cada día en el esfuerzo constante de ir transformando nuestra realidad; confiados en tu amor que siempre nos acoge y está pendiente de nosotros. Amén. PAZ Y BIEN.