El trauma con mi nombre

Casi siempre cuando llego a un lugar donde no me conocen y debo presentarme me ocurre que a los presentes les llama la atención mi nombre o les parece súper extraño. En algunas ocasiones piden que se los repita, en otras comienza una especie de jodedera que se traduce en bullying, y otros simplemente me pregunta sobre su origen.

Comenzaré hablando sobre la génesis de mi nombre. Según me cuenta mi mamá, que antes de que yo naciera, comenzó realizar una lista con varias propuestas de nombre. Entre los que estaban: José Gregorio, Naudy Jesús, Ángel Gabriel, entre otros. Lo cierto es que ninguno de los nombres que estaban en lista fue seleccionado.

Cuando faltaban pocos días para mi nacimiento, mi papá le dijo a mi mamá que se olvidara de los nombres que tenía en la lista y le pidió que me colocara su nombre. El nombre de mi papá es Rosendo y tal petición le parecía desacertada a mi madre.

Me cuenta mi mamá que el nombre de mi papá le parecía horrible y que por ninguna razón o circunstancia iba a tomar en cuenta tal sugerencia. Sin embargo, para no hacer sentir mal a mi padre y en cierto modo cumplir a media su petición decidió realizar algunas combinaciones.

No fue fácil me confesó; “lograr un bonito nombre con Rosendo fue toda una odisea”. Lo cierto es que surgieron varias propuesta: Rossander, Rosénder, Rosinder, Rosenber.

Se acercaba el día de mi nacimiento y la decisión por un nombre era necesaria e urgente. Finalmente, se decidió: “mi hijo se llamará Rosénder”. Sentenció mi progenitora.
El nombre de las confusiones, bromas y hasta bullying

Lo que nunca se imaginó mi mamá es que el nombre que decidió ponerme iba a generar una serie de complicaciones, errores en documentos, echaderas de broma y jodas.

Cada vez que debo presentarme en un lugar, dar mis datos para algún documento ó decir mi nombre en algún encuentro ó reunión las reacciones no se hacen esperar.

Las expresiones de bromas como: “Rosendo sube”, “Rosendo quieres que te dé” “Rosendo te monto la arepa” son algunas de las que he tenido que soportar. Al principio me molestaba y reaccionaba con mucha ira, pero ahora es una etapa superada.

A la hora solicitar documentos las confusiones y errores no se hace esperar. Les confieso que he perdido certificados, constancias, reconocimientos y hasta el título de bachiller vino con un error “por el bendito nombre”.

Otras de las cosas que me ocurre con mi nombre es la gente se equivoca a la hora de pronunciarlo: Algunos me llaman: Rosendo, Rosendér, Rosenber y casi nunca ROSENDER.

Para evitar las confusiones, las jodederas y los errores con la pronunciación y transcripción de mi nombre decidí idear dos formas o formulas.

La primera fue separar mi nombre: Ros–ender. Cada vez que me presentó digo: “Yo soy el hijo de Rosa y Ender, por tanto me llamo Rosénder” aunque esto no sea cierto. El resultado es que de inmediato ocurre una especie de milagro o algo mágico entre la gente que acaba con las confusiones y bromas. Aunque nunca falta un jodedor o jodedora que dice: “Rosendoooo”.

La segunda, es que cuando me toca dar mis datos para algún registrar un documento. He decidido siempre sacar cartera mi cédula de identidad y así evitar errores y la regular preguntita; “Cómo es que se llama”!!!.

Concluyo diciendo: “el trauma con mi nombre ha sido superado”...

Y usted ha tenido algún trauma con su nombre???

Texto y Fotos: @rosenderevies