"El doctor Higgs" capítulo cuarto (novela corta de ciencia ficción y misterio)

Era un lunes nublado que avisaba a la pronta tormenta que azotaría a la ciudad cuando llegue temprano al laboratorio. Victoria había llegado minutos antes que yo, pero estaba afuera, esperándome. Le pregunté qué hacía allí, me dijo que acababa de enterarse que el profesor estaba extraviado dentro de su propia mansión, y que este la llamó desde el interior temprano en la madrugada avisándole que desde el sábado temprano se había perdido en lo profundo de su propia vivienda pero que no había llamado porque creyó poder encontrar el camino de regreso, tampoco para molestarnos a nosotros sino al equipo doméstico, y otra de las razones es que se encontraba en buenas condiciones y que cargaba bastantes provisiones consigo, pues, avisó que la casa cuenta con comida enlatada estratégicamente oculta pero necesaria para este tipo de eventualidades. Así mismo en esos escondites había linternas, baterías y tomas para conectar aparatos eléctricos y recargar celulares. Pensé en el profesor como alguien en quien tenía presente que perderse en su propia mansión era peligroso, pero que él o quería ayudar o se tomaba a esto como una especie de «juego de la muerte» porque aceptó colocar comida en lugares específicos pero no otro tipo de ayuda para contar con un rescate inmediato.

— ¿Llamaremos a la policía, Victoria?—pregunté. En seguida Victoria me miró a los ojos y con voz queda dijo

—Eso no servirá, no vendrán, este lugar está absuelto de cualquier investigación o rescate, sin importar que se trate del propio dueño, así que lo único que resta es hacer un equipo de búsqueda nosotros mismos. Yo personalmente puedo enlistarme para buscar pero yo sola no puedo.

—Vale, eres una mujer decidida—le dije.

—He de conseguir más ayuda con los trabajadores, también de ser posible, algún plano del edificio.

Una hora después se conformó un grupo de rescate de quince personas. Para convencer a algunos tuve que colocarme mi identificación en el cuello, noté que Victoria había hecho lo mismo. Los empleados respetaban mucho a todos los que entran a trabajar en el laboratorio pude notar. Victoria me avisó del contacto telefónico que acababa de ser con el doctor. Ella le pidió que se queda en un sólo sitio, y el doctor le contestó que se encontraba en el primer piso, más específicamente dentro de un sótano donde había vino y una gran nevera con carne congelada y bien preservada, y que seguramente había una cocina oculta por ahí cerca, así que si todos nos perdíamos pero estábamos juntos, podríamos cenar muy bien esa noche antes de recurrir al canibalismo. También indicó que desde afuera se podía preservar a través de una de las ventanas con barrotes, a un enorme árbol samán. Así que recordé a la geografía de la zona, y sólo hay un árbol de ese tipo, el cual se encuentra a eso de cinco manzanas interna en la espesa y profunda maleza. El plan era entonces entrar a la parte fuera de los límites habituales para cualquier empleado de la mansión, marcar cada habitación con un número del 1 al infinito si era necesario para así trazar un orden para el regreso.